Hace un par de días conversaba con un compañero muy querido, Joaquín Gómez (@Gomezbar39) y comentábamos acerca de ciertas prácticas, no tan regulares, que ocurren en las empresas y que suelen estar asociadas con los pequeños negocios.
Prácticas que, para bien o para mal, se asocia con aquellas empresas que no cuentan con grandes instalaciones ni grandes capitales, o con la posibilidad de contar con una nómina amplia y especializada en cada área del negocio.
Un comentario que hizo mi compañero durante la conversación, me llamó poderosamente la atención: “Bienvenido a la P de PyME”, y entonces recordé que esas prácticas irregulares no solamente ocurren en las pequeñas sino también en las grandes corporaciones, comprobado por experiencia propia.
Fue entonces cuando me di cuenta que la diferencia entre una pequeña empresa y una gran corporación no es el tamaño, ni el capital, ni los bienes que posee, ni la cartera de clientes que maneja, sino la mentalidad de sus directivos, gerentes, o de aquel que tenga la potestad para tomar decisiones.
La grandeza de un negocio comienza en la mente del empresario.
Ser una PyME no tiene porque ser una condena que te obligue a gestionar tu negocio a golpes y porrazos, tomando decisiones como el gran capataz que exprime a sus peones, se esconde de sus proveedores y se retrasa en todos sus pagos.
Ser una PyME no tiene porque ser una buena excusa o una falsa justificación para la inapropiada gestión de tu negocio. Todo lo contrario.
Ser una pequeña empresa es una oportunidad estupenda para ser diferente en una sociedad que lo pide a gritos, para demostrar que las cosas se pueden hacer bien, aún con limitados recursos. Es una excelente oportunidad para dar el ejemplo, y ganar dinero haciendo las cosas bien.
La diferencia entre una PyME escrita con P de pequeña y otra escrita con G de Grandeza, está realmente en tu mentalidad como empresario, en las ideas que manejas, en la ilusión que le pones a tu negocio, en la proyección que le das a futuro y en la forma en que aplicas todas estas cosas a tus operaciones de cada día.
De hecho, con la mentalidad correcta y la actitud apropiada tu empresa puede ser mucho más eficiente que la mayor de las corporaciones y generar un entorno más positivo tanto interno, dentro de la propia empresa, como externo, hacia tus clientes y proveedores.
Que la P sólo se refiera al tamaño de tu empresa y no a tu negocio.
Para los tiempos que corren hace falta dar un golpe de timón. La inercia y el peso de la crisis económica está provocando escenarios realmente deplorables en muchas áreas, por no mencionar su impacto en las familias que más mal la están pasando.
Procura que la P de PyME solo sirva para identificar a tu empresa por su tamaño y por las limitaciones que tiene, pero que no tenga nada que ver con la gestión que haces de tu negocio.
Es buen tiempo para demostrar que la calidad no se hace con dinero sino con empeño y mucho esfuerzo. Gestiona tu negocio con una gran G de grandeza, de cosas buenas, de gestión honesta y transparente, de enfoque en el servicio y la calidad, en aportar valor y verás cómo las cosas comenzarán a ser diferentes para tu PyME y quizás ya estés más cerca de pasar a la M de mediana.
Crédito fotografía: rawpixel en Unsplash
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Es curioso como de una conversación inicialmente sin mayor transcendencia, puede surgir después un articulo con tanto contenido para reflexionar sobre él.
Magnifico articulo Joel! 🙂
Gracias a ti, Joaquín por la inspiración y por las conversaciones amenas que sostenemos regularmente. Un abrazo grande 😀