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La Viralidad comienza con el Impacto Emocional - Joel Pinto RomeroRegularmente aparecen en la web artículos que reclaman haber conseguido la fórmula mágica para lograr que el contenido que publicas se propague viralmente, alcanza millones de clics en segundos, se convierta en trending topic, y haga que la persona que lo publicó se convierta en millonaria de un dia para otro y sea una celebridad instantánea.

Algunos otros no claman haber conseguido dicha fórmula, pero si describen una serie de pasos que debes cumplir para que la viralidad se convierta en una realidad, casi en un fenómeno controlable.

Ojalá fuera así y dicha fórmula existiese. La vida y los negocios de muchas personas con extraordinarias intenciones e ideas definitivamente sería mejor.

 

La viralidad desde mi punto de vista personal.

 

Primero, debemos definir que se entiende por “viralidad”.

“Viralidad” se entiende como el proceso de autorreplicación o difusión de un contenido de manera análoga a la expansión de un virus informático, a través de medios que pueden ser electrónicos o no. La viralidad puede ser positiva o negativa.

Hablando en corto, para que un contenido sea viral, debe ser lo suficientemente relevante como para que sea compartido por muchas personas en poco tiempo. Fíjate que la definición del término no garantiza que la viralidad sea siempre positiva, al contrario, puede ser igualmente negativa.

Hace pocos días tuve la oportunidad de experimentar en mi mismo lo que se llama “viralidad”. Navegando por Internet, leyendo artículos de marketing y esas cosas, me tropecé con dos vídeos que me llegaron directamente al corazón.

Uno me impactó profundamente porque se trata del “Proyecto Perdonar” (Project Forgiveness) que se basa en la historia de un padre que tuvo la valentía y el coraje de perdonar públicamente al conductor ebrio responsable de la muerte de su esposa e hijos en un accidente de tránsito.

El otro es una campaña de publicidad titulada “Una dramática sorpresa en una plaza tranquila” (A Dramatic Surprise on a Quiet Square) y que es simplemente un spot publicitario, un vídeo promocional, de una cadena de televisión pero que es extraordinariamente bueno.

 

La viralidad comenzó por el impacto emocional.

 

En ambos casos, el denominador común fue la emoción. Ambos vídeos me tocaron profundamente. El primero me hizo llorar, el segundo me hizo reir hasta más no poder.

Tanto me impactaron que inmediatamente sentí la necesidad de compartirlos, porque me habían parecido tan, pero tan buenos que simplemente tenía que asegurarme que mis amigos, contactos, relacionados y familiares se enterarán de ello.

Fíjate que no estoy hablando en este punto de que sabía si el contenido era viral o no, ni si se había (o se iba) a convertir en un trending topic o no. A mí lo único que me importaba en ese momento era compartirlo, porque me parecía un contenido lo suficientemente bueno como para pasarlo a otras personas, y no solamente pasarlo, sino recomendarlo ampliamente.

Si no me hubiera sentido tan profundamente impactado emocionalmente, no habría tenido ese deseo de compartir que me inundó y me sobrepasó.

 

La viralidad no es controlable ni se puede garantizar que va a ser positiva.

 

Nadie pudo haber controlado de manera alguna las emociones que yo sentí, porque fueron mías. Y dichas emociones fueron originadas por la calidad del contenido nada más, y no por otra cosa.

Por eso, cuando hablan de formas, estrategias y consejos para garantizar la creación de campañas virales, lo único que puedo decirte o recomendarte es que todo debe comenzar por un impacto emocional profundo, genuino, de verdad.

Si intentas fingirlo, seguramente no lo lograrás, pero si lo haces realmente de corazón, con sensibilidad, apelando a las emociones y no a la razón, cosas bien interesantes pueden ocurrir.

 

 

Crédito fotografía: Markus Spiske en Unsplash 

 

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