Reunidos el director de la empresa con el consultor de mercadeo, el primero plantea todas sus dudas, inquietudes y necesidades con respecto al desarrollo de la empresa. “Queremos crecer pero el entorno económico no es favorable. Queremos ganar dinero, pero hemos tenido la necesidad de recortar nuestros presupuestos. Tendríamos que buscar un cliente más conciente de que lo bueno, hay que pagarlo, que si quiere algo barato, allí tiene a nuestros competidores.”
El consultor de mercadeo parece perderse en las nubes, mientras piensa: “¿Dónde está mi varita mágica?” y en su rostro se nota la frustración y la duda de no poder decidir si habla con sinceridad, o simplemente le dice al cliente lo que éste quiere escuchar, para calmar momentáneamente su propia angustia.
¿Cómo decirle al directivo de la empresa que no hay un camino fácil, que dicha varita mágica no existe, que solamente hay tres cosas que se pueden hacer, y que se deben hacer de inmediato: analizar, planificar y ejecutar?
Pues es así. Se debe comenzar por analizar cuál es la situación actual de la empresa: sus fortalezas, debilidades, los riesgos reales y latentes, las oportunidades, limitaciones, y todos los elementos que nos permitan conocer, lo más exactamente posible, dónde está situada la empresa en el mercado actual.
Y entonces, vamos al segundo: Planificar acciones que permitan convertir debilidades en fortalezas, limitaciones en capacidades, riesgos en oportunidades, inciertos en posibles.
Finalmente, manos a la obra: vamos a ejecutar. Pongamos todo en marcha, y una vez puesto en marcha, volvamos a analizar para asegurarnos que vamos en el camino correcto. Siempre analicemos, en todo momento. Nuestro plan debe ser lo suficientemente flexible como para permitir el cambio de dirección o, sencillamente, el acelerar el paso. Siempre flexible!
No hay varita mágica, no hay “un abrir y cerrar de ojos”, no hay crecimiento sin esfuerzo, todo es parte de un mismo proceso. Tenemos que acostumbrarnos a concentrar nuestras energías no en la meta, sino en el camino que nos lleva a ella.
¿Te has encontrado tú en esta situación? ¿Cómo directivo? ¿Cómo consultor? ¿Cuál sería tu respuesta?
Crédito fotografía: Rohan Makhecha en Unsplash
Una regla nemotecnica que aprendí hace mucho tiempo en un master y que nunca he olvidado en mi carrera es la siguiente PLORDICOCO:
PL – PLANIFICAR
OR – ORGANIZAR
DI – DIRIGIR
CO – COORDINAR
CO – CONTROLAR
Falta un detalle, esfuerzo y constancia si esto no hay nada, por muy bueno que sea el consultor.
Luis Reyes/avantplus3
Por supuesto que sí, Luis. Los empresarios deben entender que no se va a ningún sitio si desde el principio no sabemos adonde vamos: planificar!
Tan importante pero muchas veces tan poco valorada es esta etapa, porque muchas veces es percibida como una pérdida de tiempo ante la expectativa de tener resultados inmediatos.
Y además, sin esfuerzo y constancia, como tú dices, ya puedes tener el plan perfecto, que igual no te lleva a ningún sitio.
Gracias por tu comentario!
Estoy con vosotros, el que algo quiere algo le cuesta. Perseverancia, constancia, ilusión, creatividad, sentir y pensar que cada día sale el sol y que la vida es nuestra. La mejor empresa es nuestra vida, si somos unos buenos directores de nuestra empresa, lo seremos de lo que queramos.
Un abrazo y enhorabuena por el blog compañero¡
Virginia Fermoselle
Gracias por tu comentario, Virginia.
Yo también estoy de acuerdo con vosotros aunque creo que se os olvida dar un disgusto más al cliente: Necesitará presupuesto.
Ya sea con trabajadores de su propia empresa o contratando servicios a otros… el trabajo no se hace solo como creen muchos.
Enhorabuena por tu blog, suerte con él!
¿Presupuesto?¿Quién dijo presupuesto?¿Dinero?¿Pagar por la gestión de la comunidad en línea?¿A quién se le ocurre semejante cosa? 🙂
Hay que trabajar duro para que este tema también sea considerado y correctamente valorado. Generalmente los clientes, o futuros prospectos, quieren poder ver el retorno de su inversión antes de hacerla. Algo así como decirles, o mejor, garantizarles que invierten 100 € y van a ganar 1,200 €. Es la varita mágica!!
Es cómo cuando un diseñador gráfico hace la propuesta de un logotipo o de imagen corporativa: "¿Y tú me vas a cobrar ese dinero por hacerme cuatro dibujitos?"… Hay que trabajar duro como comunidad para que la valoración económica sea realizada correctamente.