¿Qué significa ser “prisionero de la esperanza”?
¿Has estado alguna vez como “prisionero de la esperanza”?
Todos los negocios que comienzan están caracterizados por muchas cosas, entre ellas, el optimismo y la buena voluntad de sus fundadores, y la esperanza de que, con mucho esfuerzo y dedicación, las cosas finalmente saldrán bien, las acciones puestas en marcha brindarán sus frutos y el negocio se convertirá en algo rentable.
Y este optimismo es una herramienta excepcional, y es absolutamente necesario para poder levantarse cada día con la energía suficiente para abordar la multitud de acciones que hacen falta para poner la bola en movimiento y mantenerla así por el mayor tiempo posible.
Definitivamente es bueno ser una persona optimista y esperanzada.
Por supuesto que sí, pero, como todas las cosas en la vida, los extremos nunca son buenos y mantener un optimismo exagerado basados en que tenemos la “esperanza” de que las cosas van a salir bien, no es una actitud sana para los negocios y puede tener consecuencias muy desagradables.
¿Cuándo te conviertes en “prisionero” de la esperanza?
Dicen los entendidos que ser “prisionero” es estar privado de la libertad. Simple y llanamente: Estás en una cárcel de la cual no puedes salir.
A dicha cárcel le puedes poner el nombre que tu quieras: prejuicios, creencias, falsas expectativas, poca información, no tener la adecuada formación profesional, falta de experiencia, e incluso llega un momento en que la propia esperanza de que las cosas van a salir bien, se convierten en tu encierro.
Pero, la pregunta que te debes estar haciendo en este momento es, ¿cuándo deja la esperanza de ser esperanza y convertirse en encierro?. Es decir, ¿cuándo deja de ser positiva para convertirse en algo negativo?
Cuando la esperanza se convierte en un velo que cubre tus ojos y te impide ver lo que está delante de ellos.
Cuando niegas la evidencia de que los resultados que estás obteniendo de las acciones que estás poniendo en marcha para impulsar tu negocio, no se equiparan con los que se esperaba obtener de ellas.
Es en ese momento en el que, por voluntad propia o no, te has convertido en su prisionero.
Cuando te aferras a algo que no está funcionando, o simplemente, cuando por la propia necesidad de mantener la esperanza viva, te esfuerzas en mantener en marcha algo que no tiene sentido para tu negocio.
¿Cómo puedes darte cuenta de que estás atrapado por la esperanza?
Las situaciones pueden ser muy variadas y los entornos muy distintos. Los que voy a compartir contigo aquí son porque, o me ha tocado vivirlos a mi en primera persona, o porque he visto a otros empresarios, como tú, pasar por ellos.
- Tienes un cliente que se ha comprometido contigo a realizar una compra muy grande y sin embargo, después de muchos intentos infructuosos, no logras que dé un paso adelante y ponga el pedido en firme y puedas pasar de la decisión a la acción.
- Tienes prospectos que te dicen que “este mes no te van a comprar, pero el mes que viene sí, con toda seguridad” y eso te lo han repetido ya durante los últimos meses y, sin embargo, tú continuas visitándolos con la misma regularidad y con el mismo entusiasmo.
- Tu negocio no se recupera y las ventas no suben, por más que has puesto en marcha los mil y un consejos que has recibido de profesionales en cada una de las áreas posibles. ¡Reconócelo: A lo mejor no era el mejor momento!
- Lees la prensa, diaria y regularmente, esperando encontrar en sus páginas algún indicio de que las cosas van a mejorar, de que el gobierno va a implementar alguna ley que va a favorecer tu sector, que van a rebajar la tasa de impuestos, etc.
¿Cuál es el principal peligro de caer prisionero de la esperanza?
¡Que seguramente lo vas a negar!
Sí… Cuando alguien te diga que estás siendo prisionero de la esperanza, sacarás cincuenta excusas diferentes, todas muy valederas, todas muy preparadas, para justificar lo que estás haciendo.
Y si no abres los ojos, allí te quedarás.
De la misma manera que al alcohólico le resulta difícil reconocer que tiene un problema, cuando te encuentras prisionero de la esperanza, te cuesta muchísimo reconocer que estás en esa situación, justamente porque no quieres perder la esperanza de que “eso que haces” saldrá bien, no quieres dejar de tener esa supuesta “razón” que justifica lo que estás haciendo.
Nos han educado diciéndonos que “la esperanza es lo último que se pierde”, y con mucha seguridad en la vida personal sea diferente (aunque no estoy muy seguro de ello) pero en lo que se refiere a tu negocio, tu empresa, su desarrollo y crecimiento, no hay nada peor que dejarse atrapar por esta creencia.
¿Cómo dejas de ser prisionero de la esperanza?
- Reconoce que has caído prisionero: Cómo en todas las cosas, el primer paso es tener una mente abierta y estar dispuesto a aceptar que estás atrapado en un círculo vicioso del cuál no has podido salir.
- Ese es el primer, y más importante de todos los pasos. Una vez que has determinado que hacia dónde tu empresa va, no es hacia dónde la querías llevar, has ganado la mitad de la batalla.
- Evalúa todas las opciones disponibles: Todos los problemas, tienen una solución, por muy difícil que esta pueda ser o por muy costosa que le pueda resultar a tu negocio, todo problema tiene solución. De no ser así, ni siquiera estaríamos hablando de este tema.
- Escoge la opción más viable y ponte en marcha, tomando las decisiones que debas tomar: Una vez que conoces tus opciones y evalúas la que es más apropiada para la situación de tu negocio en particular, es entonces el momento de entrar en acción.
- Recuerda que las decisiones sin acciones, son simplemente pensamientos muy bonitos que no te llevan a ningún sitio.
Por ejemplo, si es el sobrino de tu cuñado a quien contrataste para el puesto de administrativo hace seis meses pero que todavía no logra encontrar la forma de hacer su trabajo bien, pero tú todavía sigues pensando que lo que le hace falta es u poco más de tiempo. ¿Qué opciones tienes?
- Puedes ayudarle a adquirir formación adicional en sus áreas de trabajo específicas y establecer un lapso de tiempo para que sus labores las haga de forma efectiva.
- Puedes conversar con él, por enésima vez, para hacerle ver las cosas en las que debe mejorar, y entonces darle una nueva oportunidad, ya entendiendo que en este caso sería la última.
- Puedes dejarle ir de una vez y contratar a otra persona mejor capacitada para el puesto.
Evalúas las opciones que tienes y seleccionas aquella que resulta más adecuada para la situación particular de tu empresa en el momento.
En el momento que tomas la decisión de hacer algo al respecto, dejas de ser prisionero de la esperanza.
Cómo te comentaba al principio de este post, la actitud positiva y el mantener una esperanza ardiente de que las cosas van a salir absolutamente bien para tu negocio, es siempre muy valioso y te ayuda de una manera enorme a lograr muchas cosas.
Hasta el punto que ya no es así. Tenlo siempre presente en la gestión de tu empresa.
Crédito fotogafía: Mitch Lensink en Unsplash
Artículo relacionado en este blog:
La Decisión de Negocios Más Difícil: Cuando Detenerte y Cambiar De Rumbo
Trackbacks/Pingbacks