por Joel Pinto Romero | Ago 13, 2018 | Gestión de Equipos, Gestión de Negocios, Liderazgo
En los días recientes me crucé con una foto que tuvo para mí un impacto inmediato.
Supuse que era un chiste que alguien se había inventado para hacerse famoso en Internet, como suele ocurrir y, aunque no pude confirmar su origen, pareciera ser cierta porque fue publicada en un artículo del diario digital “El Correo”, en Febrero del 2015, bajo el titular “Se busca empleada que no sepa hacer nada, pero que obedezca”
Y es que aunque esta oferta de trabajo sea tan sólo un chiste, no deja de esconder una política de contratación de personal que ha persistido en muchas empresas, durante muchos años: los jefes que quieren rodearse de empleados que simplemente obedezcan todas y cada una de las instrucciones que reciban, sin chistar, sin opinar.
¿Quién necesita tener un cerebro o un título profesional para trabajar en un entorno donde no le exigen pensar sino obedecer?
En un artículo que publiqué en este blog hace algún tiempo ya, titulado “La Empresa Ególatra: ¿Es La Tuya Una de Ellas?” me refería a esta forma de jefatura, porque ni siquiera reúne las características mínimas necesarias para llamarla “una forma de liderazgo”.
En ese artículo, te recomendaba que “No te rodees nunca de gente aduladora o que siempre te dé la razón: No te ayudarán a crecer.” porque la gente que siempre te da la razón, bien sea porque te están adulando o simplemente porque tú eres el tipo de jefe que “los contrata para que trabajen y no para que piensen”, nunca te harán ver tus errores y, por lo tanto, no tendrán la capacidad para promover cambios positivos en ti, ni en tu empresa.
Las empresas no crecen a costa de sus empleados, sino sobre sus hombros.
Por mucho que tengas empleados estrellas, que hagan su trabajo muy bien, el éxito de tu negocio está basado en el trabajo de equipo. Como ejemplo puedes tomar el recientemente terminado Mundial de Fútbol en Rusia: ¿Pudieron Neymar, Messi y Ronaldo lograr que sus selecciones llegaran hasta el final y lograran el campeonato?
No, porque por muy estrellas que puedan ser, por muchos goles que puedan marcar, nunca podrán reemplazar el resultado que genera el trabajo en equipo.
Es por ello que me cuesta tanto trabajo entender que en una empresa seria se pueda tratar a los empleados simplemente como manos adicionales para hacer cosas, y no como entidades que pueden tener un criterio propio, que pueden aportar ideas diferentes o que pueden ser motores de cambios positivos.
Si exprimes a tus empleados como si fueran naranjas, muy pronto tendrás un saco lleno de cáscaras vacías, que no sirven para nada.
En otro artículo de este blog titulado “El modelo de gestión del saco de naranjas” hablaba justamente de ese modelo de jefatura en el cual cada empleado es sencillamente exprimido con fuerza hasta sacarle el máximo de jugo y luego, como se tiran las cáscaras de la naranja a la basura, así mismo la empresa se deshace del personal que no está teniendo un buen rendimiento o que está agotado.
¿Qué pasa con las semillas de cada naranja? ¿Por qué la empresa no aprovecha todo el potencial de cada empleado para multiplicar el fruto que recibe de ellos?
Las empresas crecen sobre los hombros de sus empleados, no sobre sus restos. Un verdadero líder sabe que sin un equipo eficiente, no es más nada que un solitario. Una empresa líder sabe que potenciar el talento de sus empleados, capacitarlos en aquellas áreas que los pueden hacer más fuertes, brindarles oportunidades reales de crecimiento profesional y económico, son las claves de un desarrollo sostenido, tanto para la empresa como para el propio empleado.
Eso es lo que se llama realmente una situación “win-win” en la que ganan todos.
Contrata a los mejores y déjalos hacer lo que saben hacer.
Esta es una frase que le atribuyen a Warren Buffet, empresario conocido por casi todos en el mundo (supongo).
Y es que cuando cuentas con un equipo de profesionales adecuadamente preparados para hacer su trabajo, que se sienten motivados, respetados y bien tratados, los resultados vendrán solitos sin que tu tengas que estar actuando de jefe controlador.
Al contrario, en ese momento, podrás convertirte en el director de una orquesta que puede tocar una pieza preciosa porque cada uno de sus integrantes está bien capacitado para hacer lo que hace, y que cada una de las áreas operativas de tu negocio estarán funcionando bien.
Igual que ocurre en los equipos deportivos profesionales: los mejores tienen un líder a la cabeza que es capaz de hacer que sus miembros (tanto los estrellas como los que no lo son tanto) funcionen en sintonía y generen resultados asombrosos.
Haz la prueba por un tiempo: No te veas como el jefe que tienen autoridad porque es el que paga las nóminas de sus empleados y que, por lo tanto, estos están obligados a cumplir los deseos de su jefe, cualesquiera que estos sean.
No lo veas de esa manera.
Piensa que cada euro o cada dólar que estás pagando a tus empleados es una inversión que estás haciendo para el crecimiento de tu empresa.
Piensa que con ese dinero estás adquiriendo talento, conocimiento, experiencia y formación profesional. Que ese es un dinero que te permite cubrir de forma exitosa áreas que para ti son desconocidas. Quizás tu seas un experto ingeniero industrial pero no tienes ni la más mínima destreza en diseño gráfico, por ejemplo, o los temas contables se te atascan de una manera brutal en la cabeza.
Tu empresa no crecerá sobre los restos de tus empleados. No.
Tu empresa crecerá cuando todos sus integrantes remen juntos, con fuerza y con entusiasmo en la misma dirección.
De eso se trata. No vale que sigas pensando que un empleado es simplemente un par de manos más para hacer lo que a ti no te da tiempo de hacer y que, por eso, eres tú y sólo tú el que saber lo que hay que hacer y simplemente necesitas que sigan tus instrucciones.
Lejos de eso. Como decía en mi artículo de la empresa ególatra, rodéate de un equipo profesional, preparado y que sienta que te puede hablar con la suficiente confianza como para criticar de forma constructiva las cosas que ocurren dentro del negocio y ofrecer alternativas para mejorarlas.
Así es como realmente crecen los negocios y se hacen mayores.
Crédito fotografía: Rawpixel en Unsplash
Aquí abajo te dejo los artículos que te servirán de complemento a la lectura de este. Que los disfrutes:
La Empresa Ególatra. ¿Es La Tuya Una De Ellas?
El Modelo de Gestión del Saco de Naranjas.
«Se busca empleada que no sepa hacer nada, pero que obedezca.»
Solo el trabajo en equipo hará crecer tu empresa.
por Joel Pinto Romero | Abr 9, 2018 | Gestión de Equipos, Gestión de Negocios, Liderazgo
Así se puede leer en el rótulo luminoso que se encuentra ubicado en la entrada de una importante tienda de iluminación de la ciudad en que vivo, justo en la vía que tengo que tomar todos los días para llevar a los niños al colegio.
Al ser un aviso luminoso de texto rotatorio, el letrero continúa diciendo: “Los feriados son para descansar y disfrutar con la familia”.
En un principio, pensé que se trataba de una “queja encubierta”, es decir, que los empleados del establecimiento estaban usando ese espacio para quejarse del trato que recibían de su jefe y que los ponía a trabajar incluso los días festivos.
Pero pasado un tiempo, quizás algunas semanas, vi que el aviso seguía mostrando el mismo texto, día tras día.
Fue entonces cuando me pareció extraño que una empresa tomara la iniciativa para decirle a sus clientes “no vengan a comprar en feriado”, justo en una situación económica en la que muchas empresas están tratando de agregarle horas al día para vender más.
Vivimos en una sociedad en la que las exigencias del trabajo se han puesto por encima de nuestras vidas personales. ¿Quién le pone el cascabel al gato?
En una sociedad en la que estamos acostumbrados a ver cómo los empleados son exigidos hasta el máximo, a trabajar horas extra (incluso sin recibir paga por ella), en sacrificar sus fines de semana; épocas en las que se habla mucho del equilibrio entre la vida personal y la laboral / profesional, pero se hace poco para cultivarlo, en fin, en una época donde lo normal es exigirle al empleado el máximo compromiso de su tiempo, pues me encontraba yo con este letrero.
En todo caso, lo tradicional, pensaba yo, sería que mostrase algo como “estamos abiertos domingos y días festivos. Venga y aproveche para hacer sus compras”, pues eso es a lo que estamos acostumbrados.
Sin embargo, en este caso, no era así. Para mucha alegría mía.
Una lección de liderazgo basado en principios: “Pues no lo considero correcto”.
Me llamó tanto la atención el susodicho letrero que decidí ponerme en contacto con la empresa propietaria del espacio, un poco para que me explicaran de dónde había surgido la idea o si simplemente se trataba de un tema publicitario, ¿sabes? De esas cosas que se dicen, pero que no son las que uno termina haciendo.
¿Recuerdas el libro “Liderazgo basado en principios” de Stephen Covey? Este libro habla, entre otras muchas cosas, de que los líderes eficaces basan su liderazgo en principios universales, principios tales como “tratar a las demás personas como quieres que te traten a ti”, “hacer las cosas que consideramos correctas, en lugar de las que nos hacen populares”, es decir, las leyes naturales de la vida misma, por las que deberíamos regirnos todos.
El verdadero liderazgo no se mide con frases bonitas, sino con acciones guiadas por principios básicos de honestidad, hermandad, comunidad y preocupación por el bienestar del otro.
Pues tuve la oportunidad de conversar con el dueño de la tienda, Victoriano, un empresario español de setentipocos años, de esos que lleva en su voz el sello inconfundible de la experiencia, de haber viajado por el mundo, de lo vivido, y su respuesta cuando le pregunté acerca del tema fue contundente.
“Simplemente, no lo considero correcto” y continuó, “no creo que los empleados deban trabajar los días festivos. Esos días están hechos para que los empleados tengan la oportunidad de compartir con sus familiares, de descansar, de hacer otras cosas.”
Y es una posición realmente admirable.
Como te comentaba al principio, en una sociedad donde lo que priva es la ganancia económica de los negocios por encima de la relación laboral, encontrarse con empresarios como Victoriano, que están poniendo su granito de arena para que los propios dueños de negocios sean los que pongan, por encima de todo, el bienestar de sus empleados por delante, es digno de mencionar.
“Los empleados se lo agradecerán”
¿Te has puesto a pensar por un momento en las personas que te atienden en los negocios cuando vas de compras durante los fines de semana y días festivos?
¿Te has detenido a pensar por un momento que esas personas están sacrificando su tiempo libre, su vida familiar y personal, para poder prestarte un servicio a ti?
¿Te has puesto por algún momento en sus zapatos?
Recuerdo una canción que narra la vida de una persona que trabaja en un bar. Mientras los clientes gritan a voces para que los atiendan y les sirvan, nuestro personaje se encuentra del otro lado de la barra, lidiando con las mil y una cosas que tiene que lidiar cualquier ser humano.
Tanto tú, como las personas que te atienden en cualquier momento, tienen el mismo derecho a vivir una vida profesional y laboral equilibrada.
Porque, independientemente del trabajo que está haciendo esa persona, y las muchas otras que te atienden cuando sales de compra durante los días de fiesta, sigue siendo un ser humano, como tú y como yo.
Por eso me llamó tanto la atención lo que decía el letrero en cuestión: “Señores clientes: No compren en feriado. Los empleados se lo agradecerán. Los feriados son para descansar y compartir con la familia”.
Al César lo que es del César: Sé que hay productos que tienen sus mejores momentos justamente cuando las personas están relajadas, disfrutando de sus días de descanso.
Es lo normal y es como todo. Sin embargo, para el resto de productos y servicios, estoy seguro que los empleados te agradecerán el que hagas tus compras en el horario normal de trabajo. Así ellos podrán disfrutar también, como tú y como yo, de esos días que están especialmente diseñados para el disfrute y el descanso en familia.
Y es que el verdadero liderazgo no se hace solamente con frases bonitas y pensamientos pegajosos. No.
El verdadero liderazgo, ese que deja huella en los demás, nace cuando hacemos las cosas que consideramos correctas, cuando nos preocupamos por dar a los demás el mismo trato que queremos recibir de ellos, cuando somos personas honestas, que caminamos con la verdad por delante.
Ese es el liderazgo natural.
Quiero aprovechar para dar las gracias a Victoriano, Charo, Roberto, Juan Carlos, Javier y todas las personas de Luz Garden que me dieron un espacito de su tiempo para conversar del dichoso letrero.
¡Gracias mil! Y espero que sigan disfrutando de los fines de semana y los festivos con sus familiares y seres queridos, que para eso están hechos.
Crédito fotografía: Dane Deaner on Unsplash
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Hace un par de semanas leía un artículo publicado por Andrés Pérez Ortega en el cual me tropecé por primera vez con el término “empleo-dependencia” y con él, Andrés hacía referencia a esa práctica tan extendida entre los profesionales de hoy en día de buscar establecer una relación de dependencia con aquella empresa que les ofreciera una oportunidad laboral decente, partiendo de la premisa (errada desde mi punto de vista profesional) de que debe existir un compromiso mutuo y de largo plazo entre la empresa que contrata y el profesional que ofrece sus servicios.
Un compromiso que implica que la empresa “garantizará” al empleado el puesto de trabajo, mientras éste mantenga un rendimiento sobresaliente en el desempeño de las labores para las cuales se le está pagando un sueldo y se le están ofreciendo una cantidad determinada de beneficios.
Es razonable pensar que la empresa quiera retener a un empleado que tiene un desempeño sobresaliente, y es también razonable pensar que un profesional que tenga un desempeño sobresaliente pueda aspirar a que la empresa le ofrezca una oportunidad de trabajo estable y que perdure en el tiempo.
Es razonable, si, pero no implica de ninguna manera una obligación. Considero que esperar este compromiso en el tiempo entre la empresa que contrata y el profesional contratado es una premisa errada porque muchos profesionales hoy en día tienen un concepto distorsionado de lo que es una relación laboral.
Como siempre que hago este tipo de enunciados, me explico.
Una relación laboral comienza siendo una relación comercial entre dos entidades
Cuando una empresa busca contratar profesionales para que ocupen un puesto determinado, realmente lo que está haciendo es buscar a una persona que tenga una serie de cualificaciones personales y académicas que garanticen que será capaz de desempeñar el puesto asignado con un rendimiento sobresaliente, que será capaz de alcanzar los objetivos propuestos y ayudar a la empresa a moverse hacia adelante.
La empresa está entonces dispuesta a ofrecerle a la persona seleccionada una cantidad de dinero determinada a cambio de sus servicios profesionales.
Como ves, es un intercambio comercial: la empresa tiene la necesidad de cubrir un puesto determinado y busca para ello un producto, perdón, un profesional que tenga la capacidad de satisfacer dicha necesidad. A cambio de ello, la empresa está dispuesta a desembolsar una cantidad de dinero determinada.
Una empresa que te da trabajo, es un cliente que decidió comprar el producto que tú ofreces.
Si tu eres la persona que, profesional y personalmente, tiene plenas credenciales para cubrir el puesto, satisfacer la necesidades de la empresa y ayudarla a alcanzar sus objetivos, entonces la empresa puede entablar una relación profesional contigo.
Si no es así, la empresa no tiene la obligación siquiera de tomarte en cuenta, de la misma manera que nadie tiene la obligación de adquirir un producto que no le va a ayudar a satisfacer la necesidad que tiene.
Lo primero lleva a lo segundo: Ninguna relación laboral es para siempre.
Y aquí me baso en el título que le puse al artículo de hoy: El “Hasta que la muerte los separe” no existe, y nunca debe existir, en ninguna relación laboral ni profesional. ¿Por qué?
Porque hay dos cosas que deben cumplirse: Por un lado debe existir un profesional que está teniendo un rendimiento sobresaliente y está ayudando a la empresa a lograr sus objetivos, y por el otro debe existir una empresa que sigue teniendo una necesidad que satisfacer, y que además está ofreciendo al profesional que satisface dicha necesidad un dinero suficiente y acorde con el desempeño de éste.
¿Seguirías tu comprando un producto que no te satisface?¿Le seguirías tú vendiendo a un cliente que no paga?
El razonamiento es muy sencillo: cuando un producto deja de ser útil para lo que supone que debería ser útil, deja entonces de ser una opción viable y nadie tiene por qué comprarlo.
De la misma manera, si tu tienes un producto (en este caso tus servicios profesionales) y tienes delante de ti un cliente (llámalo empresa si te hace más feliz) que no quiere pagar el precio que tu consideras adecuado, entonces ese cliente no vale la pena.
Volviendo al caso que nos ocupa, si una empresa no tiene cómo hacerte una oferta decente por tus servicios profesionales, no tienes ninguna obligación de comprometerte con ella. Más aún si te ocurre, como me ocurrió a mi, que la empresa deja de cumplir la parte del trato que le corresponde, es decir, pagarte lo que se supone debía pagarte.
Cómo ves, el querer que una relación profesional o comercial dure “hasta que la muerte nos separe” es malo para ambas partes, tanto para la empresa que te contrata como para ti como profesional.
¿Por qué debes luchar contra la “empleo-dependencia”?
Querer que un trabajo dure para siempre es como querer tener un cliente que compre tus productos para el resto de su vida. Es una actitud muy cómoda que implica riesgos muy importantes, de ambos lados. ¿Por qué?
Es una actitud cómoda porque para ti, profesionalmente, representa el no tener que preocuparte más nunca por buscarte un trabajo nuevo, por pasar por un nuevo proceso de selección o por tener que probar nuevamente tu valía profesional.
Es una actitud cómoda porque saber que cada semana, cada quince días o cada final de mes vas a recibir una cantidad determinada de dinero para el resto de tu vida seguramente te dará mucha tranquilidad mental, por supuesto que sí.
Pero no deja de ser una actitud cómoda y quizás hasta sabrosona de tu parte. Piénsalo por un momento desde el punto de vista de la empresa: ¿garantizar un puesto de trabajo para toda la vida es realmente lo mejor? ¿No es mejor garantizar el puesto de trabajo mientras realmente nos resulte necesario, mientras la persona tenga un rendimiento sobresaliente o mientras realmente tengamos el dinero para pagar lo que el puesto vale?
¿Qué pasa si la empresa tiene problemas de otro tipo y simplemente no puede garantizar la estabilidad de sus puestos de trabajo?¿Te has puesto a pensar en ello?
Además que los riesgos son evidentes: Al depender de un empleo, dejas de estar abierto a nuevas oportunidades de crecimiento profesional y laboral, dejas de tener la oportunidad de que te contrate alguien que te ofrezca un mejor precio por tus servicios, dejas de mirar al mundo con ojos de ambición y comienzas a cultivar en tu corazón una actitud de conformismo.
¿Es el conformismo profesional realmente lo que quieres para ti?
Es decir, ¿quieres unirte para siempre con una empresa que no te puede pagar el sueldo que te mereces?, ¿quieres unirte para siempre con un cliente que no tiene el dinero para pagar lo que tus productos valen?
¿Quién querría hacer eso?
Te dejo abajo dos artículos que te servirán de complemento. El primero el escrito por Andrés Pérez, al que hacía referencia al comenzar este post. Y el segundo es uno mío que creo te gustará.
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