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¿Cuál debe ser tu rol comercial dentro de tu negocio o proyecto emprendedor?

¿Cuál debe ser tu rol comercial dentro de tu negocio o proyecto emprendedor?

Y esta pregunta surgió durante una entrevista que estábamos realizando para un proyecto de consultoría con el cual he estado trabajando los últimos meses: ¿Cuál debe ser tu posición “comercial” con respecto a tu negocio o proyecto emprendedor?

Va en relación con varios temas que he tratado anteriormente en este blog: cuando debes dedicarte a vender a tiempo completo, cuando debes delegar las ventas de tu negocio y, de espectador a protagonista de tu historia comercial.

Porque aunque pueda parecerte mentira, el tema “comercial” parece que se convierte en la gran papa caliente que todos rebotan hacia el compañero más cercano, aún cuando se sabe (o debería saberse ya a estas alturas) que la salud futura y la permanencia de una empresa en el mercado depende directamente de su rendimiento comercial.

¿Puedes definir con claridad quién es el responsable del rendimiento comercial de tu negocio o proyecto emprendedor? Recuerda que no puedes tomar en cuenta a tus empleados. ¿A quién le toca entonces?

Y más allá de definirlo como “rendimiento comercial”, que puede sonar muy pomposo, deberíamos decir que la salud y estabilidad de todo negocio, independientemente de su tamaño, dependen de que se venda siempre más de lo que se gasta, por ponerlo de una manera muy, muy sencilla.

El tema es que, en este punto, es de mucha importancia que tú definas con claridad cuál es tu papel, tu rol dentro de tu propia historia empresarial y que comencemos a partir de allí.

Porque de la misma manera que para construir una buena casa hacen falta buenos albañiles, plomeros, electricistas, etc… también es verdad que la figura del arquitecto es de vital importancia.

¿Te imaginas una orquesta sinfónica ejecutando una pieza sin la figura del director? ¿A que sería bien difícil?

Comenzando por el principio, ¿cuál es tu punto de partida?

Sabes que no soy muy amigo de las soluciones “plantilla”, las soluciones de tamaño único que, supuestamente, se pueden adaptar a cualquier realidad, independientemente de lo que esa realidad implique.

Desde mi punto de vista profesional, me gusta siempre estar completamente claro de cuál es la situación actual de tu empresa o proyecto emprendedor.

Todo negocio debe cubrir, como mínimo, cuatro áreas operativas:

  • La fabricación de los productos o servicios.
  • La venta de dichos productos y servicios.
  • La entrega al cliente final.
  • La administración de los dineros generados en el trámite.

Este es, digamos, el ciclo básico: tú fabricas algo, te comunicas con el mercado con el fin de venderlo, el mercado te lo compra, tú le entregas a ese mercado el producto ofrecido y cobras el dinero acordado.

Luego te toca administrar ese dinero para cubrir la operativa del negocio.

Los 4 pilares fundamentales sobre los cuáles gira todo negocio: producción, administración, comercialización y logística. ¿Están cubiertas todas en tu negocio?

Nuevamente, es un proceso normal que puedes confirmar en el día a día de todo negocio. Algunos no fabrican, sino que compran cosas fabricadas por otros y las venden. Algunos no se encargan de la entrega al cliente final, sino que lo hacen a través de un tercero.

En fin, para gustos, colores.

Sin embargo, todas las etapas del ciclo deben estar cubiertas, sea que lo haces de forma interna o externa, pero deben estar cubiertas. ¿Te imaginas vender un producto que no estás fabricando? ¡Imposible, ¿verdad?

O fabricar un producto y dejarlo guardado en un almacén permanentemente, sin venderlo. Tampoco es viable, ¿verdad?

Por lo tanto, la pregunta a la que debes darle respuesta acá es muy sencilla: ¿Quién es el responsable de atender cada una de las 4 áreas operativas fundamentales de tu empresa?

  • ¿Quién se encargará de fabricar los productos y servicios que se pondrán en el mercado?
  • ¿Quién se encargará de venderlos?
  • ¿Quién los hará llegar al cliente?
  • ¿Quién administrará el dinero generado?

Porque recuerda, independientemente de si estás emprendiendo en solitario o con un grupo de socios, o si eres una negocio ya con algún tiempo en el mercado, las 4 áreas básicas deben estar cubiertas para que todo funcione bien.

Definiendo responsabilidades, ¿quién asume la responsabilidad por el resultado de ventas?

¿Estamos claros entonces en que las 4 áreas deben funcionar de la mejor manera posible para que toda la empresa pueda salir adelante, no?

Y ya centrándonos en el tema de “ventas”, que es mi especialidad, ¿Quién asume la responsabilidad por vender los productos y servicios que la empresa ofrece?

La respuesta es muy sencilla cuando se cuenta con los recursos necesarios como para ponerlo todo en manos de un tercero, bien sea de una persona que contratas para que haga el trabajo de ventas por ti, o bien sea que contratas a una empresa comercializadora para ello.

Siendo que cuentas con el dinero para hacerlo, el camino se ve mucho más claro. Sin embargo, la pregunta sigue siendo válida: ¿Quién asume las responsabilidad por el resultado de ventas.

El hecho de que contrates a un tercero, ¿te libera a ti de la responsabilidad que tienes sobre el resultado de su trabajo, más sabiendo que se trata de tu empresa o proyecto emprendedor?

Tienes que tener mucho cuidado en este punto porque, como lo explicaba en un artículo de este blog, se delegan las tareas, más no la responsabilidad por los resultados.

Aunque delegues en un tercero las actividades comerciales, siempre serás tú, como propietario o socio de la empresa, el responsable porque ventas funcione de manera correcta y eficiente.

Hay principalmente dos razones por las cuáles delegas el trabajo comercial en un tercero:

  • Porque no tienes el tiempo para encargarte del área tú mism@.
  • Porque no tienes los conocimientos y la experiencia necesaria como para ponerlo en marcha todo.

El ojo del amo engorda el ganado. Si te fijas, delegas solamente las tareas porque, o no tienes tiempo o no sabes cómo hacerlo. Pero en ningún momento delegas la responsabilidad por el resultado comercial.

Quiero que este punto lo tengas muy claro porque es fácil, y ocurre con frecuencia, delegar la tarea para luego responsabilizar al otro de los pobres resultados, sobre todo cuando el resultado de ventas depende de muchos factores más, además de las acciones propiamente comerciales.

Además, nunca pierdas de vista un punto crucial: el dueño, propietario, «big kahuna» de la empresa eres tú, o tú y tus socios, y no la persona o entidad sobre la cuál estás delegando el tema de ventas, ¿vale?

Como con cualquier otra parte de tu equipo de trabajo, si las personas o entidades no escogidas, será tu responsabilidad reemplazarlas por otras y continuar supervisando que hagan el trabajo de la forma correcta para obtener los resultados que se espera de ellos.

Planificación o ejecución: ¿Qué viene primero?

Los vendedores tienen una visión cortoplacista: Su responsabilidad es cubrir una cuota de ventas mensual. Esto significa que el vendedor debe hacer todo lo que esté a su alcance, so pena de poner su puesto de trabajo en riesgo.

Por otro lado, el director comercial tiene una visión más a largo plazo. Sí, tiene que ocuparse de que los vendedores cubran sus objetivos mensuales y brindarles todo el apoyo necesario. Por supuesto que sí.

Pero también tiene que trabajar con otros departamentos, particularmente el de marketing, para construir las estrategias adecuadas que le permitan a la empresa, como grupo, avanzar hacia el logro de mejores resultados comerciales.

Entonces, se presenta el dilema: ¿Cuál de las dos posiciones debe ser la tuya, siendo que eres el dueño del proyecto, o uno de sus socios?

La respuesta te sorprenderá: debes asumir ambos puntos de vista.

¿Por qué? Porque por un lado deberás asegurarte que los objetivos se cumplan, bien sean semanales, quincenales, mensuales, trimestrales, etc… pero también tendrás que trabajar en el mediano largo plazo para la construcción de la estrategias correctas que le permitan a tu proyecto avanzar hacia el logro de los resultados esperados.

Tu figura como emprendedor o empresario debe combinar la visión cortoplacista del vendedor, con la visión de mediano-largo plazo que debe caracterizar a todo director de ventas.

Recuerda muy bien: Aún cuando delegues las tareas en terceros, la empresa (o tu proyecto emprendedor, si fuera el caso) es el primer beneficiario de una buena gestión comercial.

Los primeros bolsillos que van a estar contentos si la gestión comercial es buena y eficiente, serán los tuyos, y luego el de las personas (o entidades) sobre las cuáles ha recaído la responsabilidad de gestionar el día a día de ventas.

Tu negocio es como un barco de remos: Tiene que tener dirección y ritmo en la ejecución diaria del trabajo comercial.

A final de cuentas, como el barco de remos en una competencia, el objetivo es llegar a la meta: alcanzar el volumen de ventas que la empresa necesita.

Con ese fin, el barco cuenta con el capitán que va marcando el ritmo y los remeros que van empujando el barco. Los dos trabajos son igualmente importantes y no pueden existir el uno sin el otro.

¿Te imaginas un capitán sin tripulación que empuje el barco? ¿O un barco con tripulación pero sin nadie que marque el rumbo?

El área de ventas de tu empresa o proyecto emprendedor debe funcionar de manera rítmica y orquestada para generar los mejores resultados posibles. 

Pues el área comercial de tu negocio funciona de la misma manera: Por un lado debe tener dirección, rumbo (¿Dónde están los objetivos de ventas que debemos lograr?), y por otro lado, tiene que tener el empuje suficiente como para mover el barco en la dirección correcta (¿Qué acciones debemos poner en marcha para lograrlas en el tiempo previsto?)

Y tu rol comercial debe ser:

  • PROTAGÓNICO: El negocio es tuyo, por lo tanto, el resultado te afecta primeramente a ti y luego a las personas o entidades encargadas de poner en marcha el día a día. Delegas las tareas, más no las responsabilidades.
  • PROACTIVO: Debes proveer a las personas sobre las que delegues el tema comercial de los recursos mínimos necesarios como para que hagan un buen trabajo.
  • DUAL: Deberás combinar la visión de corto plazo (alcanzar metas de ventas establecidas) y de largo plazo (generar las estrategias adecuadas para el correcto posicionamiento de la empresa).

Ten siempre presente que el resultado de ventas beneficia, primeramente, a la propia empresa y luego, a su departamento comercial.

Pero siempre el primer beneficiario es la propia empresa, es decir, tú mism@

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Yo también pierdo la paciencia con los vendedores que reciben poca formación comercial.

Yo también pierdo la paciencia con los vendedores que reciben poca formación comercial.

Comparto contigo una experiencia vivida cuando estaba en cuarto año de Bachillerato. Resulta que, en aquella época, me dio porque quería tocar la guitarra.

No sé qué me pasó, pero se me metió por dentro la mosquita del cantautor que le dedica bellas canciones a su enamorada y comencé a estudiar guitarra formalmente.

Hice, en total, 3 años de estudio: Uno de solfeo y dos de guitarra, porque también ocurre que no quise tocar la guitarra popular, sino la clásica, porque me pareció que sabiendo tocar la clásica, se me haría más fácil la otra.

Al final del cuento, luego de estos tres años, dejé de estudiar guitarra y mis sesiones prácticas se redujeron muchísimo, casi al mínimo. Sin embargo, y a pesar de que han transcurrido bastantes años ya de todo eso, todavía hay tres o cuatro canciones que me recuerdo de memoria.

Cuando toco delante de familiares y amigos, me dicen que es una maravilla y que toco muy bien. Pero estoy seguro que si me pongo enfrente de una persona que sabe de música y, en especial, toca guitarra a un nivel superior, se dará cuenta inmediatamente que aprendí solamente lo básico y nada más.

Y su valoración será completamente diferente.

Saber una o dos cosas de un tema particular, no te hace un experto en la materia. Quizás algunas personas no lo noten, pero los que sí saben, lo harán… y rápidamente.

Lo mismo me pasa a mi con los vendedores que reciben poca formación comercial: Siendo que tengo tantos años de experiencia ya, me resulta sumamente sencillo detectar dos tipos de vendedores:

Aquellos a los que simplemente los contrataron y los mandaron de inmediato a la calle a vender, sin preocuparse en lo más mínimo por ofrecerles una formación básica, por lo que la persona sale a la calle tan sólo armada con su entusiasmo, su labia y su necesidad de llevar algo de dinero a casa.


El otro tipo de vendedores que detecto es aquel al que enseñan a utilizar modelos de venta que ya no están en vigencia desde hace muchísimo tiempo. En este modelo incluyo a todos los vendedores que tratan de cerrar la venta en una sóla llamada telefónica y a los que presionan excesivamente al cliente para lograr el cierre de la venta, y luego desaparecen como por arte de magia.

Seguramente se me escape alguno pero creo que con estos dos tipos es suficiente para ilustrar el tema de hoy.

La cara visible de tu empresa delante del cliente.

Y voy a comenzar por hacerte una pregunta muy sencilla, de esas que a mi me gustan tanto: Si tu negocio depende en gran medida de la venta cara a cara (que todavía hay muchos en el mundo por más que el tema digital haya crecido con tanta fuerza), ¿Cómo es posible que no hagas todo lo necesario para asegurarte de que tus representantes de ventas o agentes comerciales, representan a tu empresa adecuadamente?

Y ya no solamente te hablo de la parte física, la imagen, que es tan importante, sino también en la parte interna, la que se deja ver apenas la persona abre su boca para dirigirse a un cliente.

¿Cómo es que no te has asegurado de que esa persona tiene la formación necesaria para mantener con el cliente potencial una conversación de nivel?

¿Te has asegurado de que cada uno de tus vendedores refleja con la mayor exactitud posible, tanto externa como internamente, la esencia de tu empresa y su negocio?

Porque si bien es cierto que tus clientes potenciales pueden saber mucho de tu empresa antes de que se produzca el contacto comercial, es decir, la visita de ventas, también es cierto que un vendedor mal preparado, mal formado o mal educado, puede tirar por tierra todas esas cosas bonitas que le habías dicho a tu cliente a través de tu página web y de las redes sociales, y que él (o ella) inocentemente se había tomado con toda la seriedad del mundo.

Por lo tanto, si tu empresa depende aún de la visita comercial para crecer y aumentar su facturación, entonces la razón número 1 por la cual debes asegurarte de que vendedores o representantes comerciales te representan adecuadamente es justamente porque ellos son la cara de la empresa que el cliente va a tener enfrente.

El rol tan importante que el vendedor tiene en la experiencia de cliente.

Y si la primera razón era importante, pues esta segunda no se queda atrás. Todavía, a pesar de que muchas empresas han digitalizado gran parte de su proceso comercial, hay casos en los cuáles es el vendedor el que juega un papel fundamental en la generación de una satisfactoria experiencia de cliente.

Y si te pasa como a mi, que hace un par de meses casi dejé de hacer negocios con una empresa sencillamente porque el representante de ventas era extraordinariamente pesado y, a pesar de que yo le estaba diciendo que ya habíamos decidido hacer la compra con ellos, se negaba a darme la información del precio, forzándonos a mi y a mi mujer a que nos reuniéramos (pandemia de por medio y todo) en su oficina para poder discutir de precios y ofrecernos “una grandiosa oferta limitada que estaba disponible por tan sólo unos días” y que no me podía comentar por teléfono, sino en persona.

Entonces te das cuenta de que en las manos de tus vendedores hay mucho más que un sencillo “cierre de ventas”.

¿Sabías que un vendedor mal preparado, o con herramientas obsoletas, puede hacerle mucho daño a la reputación de tu empresa? 

Y quizás tú no te das cuenta de este hecho porque no tienes una formación comercial profunda y no percibes el daño que un vendedor mal preparado, o dotado con herramientas obsoletas, puede hacerle a la relación con un cliente.

Porque cuando yo me pongo a tocar la guitarra, para los oídos que no me aman y me quieren, cada nota discordante, cada error en la pulsación de las cuerdas, o en la creación de los acordes apropiados, suena distorsionado, desagradable, como para no verme la cara jamás.

¿Es eso lo que quieres que tus clientes sientan luego de la visita de tus agentes comerciales? ¿Que no quieren volver a verles y que será mejor buscarse la vida con la competencia?

Incluso, ahora recuerdo un caso que me ocurrió con una empresa de logística y no con un agente comercial: Resulta que el chico vino a entregarme un paquete de una compra que había hecho por Internet.

Aunque la dirección estaba correcta, el paquete venía a nombre de mi mujer. Le di el número de su carnet de identidad, pensando que con eso sería suficiente.

Pues al chico no le gustó eso y, con mala cara, me dijo que tenía que mostrarle la tarjetita en físico. Le dije que no la tenía a la mano y que ese requisito tan sólo haría que la entrega no se pudiera consumar.

Pues el chico se cerró en banda, como dicen por allí, y me dijo que sin ese documento, no podría dejarme el paquete.

¿Sabes qué me provocó hacer? Pues adivinaste bien: Me provocó escribir a la empresa para cancelar el pedido y solicitar la devolución de mi dinero.

¡Así de mal me hizo sentir el representante de la empresa de logística cuya única función en esta historia era entregarme el paquetito con la mercancía que habíamos comprado por Internet.

Para que veas que en todos los tipos de negocios se cuecen habas, tanto en los digitales como en los no digitales.

Si crees que la formación es cara, prueba con la ignorancia.

Fíjate que al principio, en el título del post te hablo de “vendedores que reciben poca formación comercial” y no te hablo de vendedores impresentables, fachas, etc.

No. No pongo como responsable al vendedor sino a su supervisor inmediato, aunque ese supervisor inmediato seas tú mismo, que eres el dueño de la empresa y crees que te las sabes todas.

Te hablo de «vendedores que reciben poca formación comercial” porque, a fin de cuentas, cuando contratas a alguien para el puesto de comercial, no solamente tienes que asegurarte de que las credenciales que presenta son correctas, sino que también tiene la experiencia y conocimientos necesarios para hacer el trabajo de forma más que satisfactoria.

Pero eso tienes que comprobarlo. No te sirve sencillamente mandar a la calle a la persona para que venda, sin haberte asegurado de lo que hablábamos arriba, ni creerte todo lo que decía su currículo.

Y esta comprobación se hace en sesiones de formación comercial.

En estas sesiones, a través de dinámicas, RPG y teatrillos de ventas puedes verificar que las personas que estás contratando para el puesto son las idóneas.

Además, debes asegurarte de que el discurso que manejan de tu producto o servicio es el que tú deseas, y no el que a ellos le funciona o con el que se sienten más cómodos.

Y esto también se hace en sesiones de formación comercial.

Cada euro que te ahorras en la formación de tus vendedores, es un euro que le estás regalando a los vendedores de tu competencia.

Piénsatelo bien y piénsatelo dos veces, tres si quieres: El papel que un representante comercial o vendedor tiene en el rendimiento comercial de tu empresa es lo suficientemente importante como para escatimar esfuerzos y dejar las cosas a la deriva y sin control.

Por eso me gusta tanto la frase de “si crees que la formación es cara, prueba entonces con la ignorancia”. No creo que exista una forma más directa, sincera y transparente de hacerte ver la importancia que tiene que inviertas los recursos que te hagan falta para asegurarte que tus vendedores son la mejor y más competitiva cara que tu empresa puede mostrar al mercado.

Así que, no hagas como yo: No pierdas la paciencia con tus vendedores, si no les has dado formación.

Primero, ocúpate de formarlos de la manera más adecuada como para que sean unos representantes dignos de tu empresa, y tengan las capacidades y destrezas necesarias para obtener el rendimiento que esperas de ellos.

Trascendencia y Legado: ¿Eres La Vergüenza o El Orgullo De Tu Profesión?

Trascendencia y Legado: ¿Eres La Vergüenza o El Orgullo De Tu Profesión?

Hace unas semanas circulaba por las redes sociales una foto en la que aparecían algunos miembros del parlamento español durmiendo durante sus horas de trabajo. Por supuesto que, al mismo tiempo que circulaban las fotos, crecía también la ola de comentarios de gente indignada por el hecho.

Algunas personas decían cosas como “Estoy dispuesto a trabajar por la mitad del sueldo que le pagan a ellos y prometo no quedarme dormido durante mi jornada laboral”, y comentarios por el estilo.

Y es que, en un país donde muchos profesionales excelentemente bien preparados tiene que aceptar ofertas de trabajo con una carga altísima de horas por una paga, en algunos casos, miserable, causa mucha frustración ver que estos “señores” sencillamente se duermen durante su jornada laboral y nadie les descuenta ni un céntimo de sus nóminas o los despide de sus puestos.

Lo peor no es el hecho de que se duerman mientras se supone que deberían estar trabajando y prestando muchísima atención a los temas que se están tratando, sino que lo hagan a sabiendas de que ese tipo de cosas deterioran la imagen (ya extraordinariamente deteriorada) de los políticos no sólo de España, sino de cualquier país del mundo.

Sinceramente, en casi treinta años de vida profesional, no recuerdo haberme dormido nunca durante mi jornada laboral.

Quizás haya sido por un tema de amor propio, quizás por vergüenza y respeto hacia mis compañeros de trabajo, quizás haya sido sencillamente por dar un buen ejemplo a mis supervisados, quizás porque así me lo enseñaron desde pequeño, quizás por miles de razones pero el tema es que siempre he pensado que este tipo de cosas son de muy mal gusto para los que nos rodean y que proyectan una pésima imagen de nosotros mismos como profesionales.

Lo que me lleva al título de este post: Trascendencia. ¿Eres la vergüenza o el orgullo de tu profesión?

¿Nos hemos olvidado acaso que todas nuestras acciones (buenas y malas) permanecen en el tiempo y tienen consecuencias?

 

Cuando recibí la foto en cuestión, realmente sentí mucha vergüenza ajena: Me pareció realmente indignante que una persona, cualquier que sea el puesto que ocupa a nivel profesional, tenga la osadía de dormirse durante su jornada laboral, más aún cuando se sabe que es una jornada que está abierta al público, es decir, cuando hay periodistas, fotógrafos, personas ajenas al “durmiente”.

Incluso, aunque no sea una jornada abierta al público en general, me sería de muy mal gusto estar en una oficina y que, de repente, algún compañero de trabajo estuviera profundamente dormido cuando el resto estamos tratando de trabajar o hacer lo que mejor podemos.

Recuerdo que, desde pequeño, me enseñaron que una persona educada debía mostrar siempre respeto por la persona que estuviera hablando en un momento determinado y prestar atención a lo que se le dice.

¿Qué significa entonces el quedarse dormido mientras otras persona habla, en un entorno profesional? 

Que no sólo no me interesa lo que estás diciendo sino que siento tan poquito respeto por el entorno profesional en el que nos movemos, que me he quedado dormido porque me da la gana.

Porque quizás podrás inventarte miles de excusas pero, al final, simplemente nada te importo y decidiste pensar sólo en ti mismo y en lo que en ese momento te resultaba más urgente: cerrar los ojos para descansar o quizás para trasladar tu mente a otro sitio menos aburrido.

¿Sabes lo que significa realmente la palabra “trascendencia”?

 

Cuando una cosa o una “acción” trasciende es porque va mucho más allá del momento inmediato en que está ocurriendo, porque su impacto (positivo o negativo) va mucho más de lo que seguramente tú mismo puedas pensar en un momento particular.

Eso es, como por ejemplo, aquél dueño de empresa que se siente ganador porque ha contratado a un grupo de profesionales excelentemente preparados ofreciéndoles un sueldo de porquería.

Un buen líder es siempre consciente de la trascendencia de todos y cada uno de sus actos, y lo toma en cuenta al momento de decidir.

Quizás para él pueda ser una victoria pero, sin darse cuenta, está siendo indirectamente responsable de los problemas que esos profesionales puedan tener en sus vidas personales por no ganar dinero suficiente para cubrir sus gastos.

Para que veas lo que te digo, te comento un caso que me tocó vivir a mi: Resulta que trabaje para una empresa aquí en Alicante y, de forma repentina, el director de la empresa dejó de pagarme un mes de nómina.

Extrañado por tal circunstancia, le pedí dinero prestado a un amigo para poder salir de unos compromisos urgentes, siempre pensando que mi sueldo me lo pagarían de un momento a otro.

Pues no ocurrió así, y al siguiente mes, ya no era una nómina la que no había cobrado sino dos. El estrés comenzó a golpearme más fuerte, podía dormir muy poco en las noches, me costaba concentrarme en el trabajo pensando en que quizás se repetiría la situación, hablé con él director de la empresa y me montó una historia de esas tontas que uno se tiene que comer porque sí.

El tema es que, pasados unos días de no cobrar la segunda nómina, amanecí con un dolor muy fuerte de pecho y tuve que ir al hospital de emergencia. ¿Qué pasó? Que por un momento se pensó que había podido sufrir un infarto y haberme quedado yo frito en mi casa, producto del estrés y la angustia.

¿Se habría dado cuenta mi en-ese-momento-jefe de esto? ¿Le habría importado?

Pues seguramente no, porque así piensan las personas que no entienden la “trascendencia de sus acciones”, porque no solamente se trata de que tú te estás saliendo con la tuya al no pagarle a un empleado a tiempo o pagarle un sueldo de porquería, se trata de que, indirectamente, le estás causando a esa persona una cantidad de problemas que quizás nunca te hayas detenido a valorar.

¿Pensaron los concejales y diputados que aparecían en las fotos durmiendo a pierna suelta en la “trascendencia” de sus actos?

Seguramente no, pero independientemente de eso han contribuido a deteriorar la imagen de una profesión que actualmente goza de una reputación bastante cuestionable.

Y todo porque no piensan en la trascendencia de sus acciones.

 

¿Cómo podemos quejarnos de que nuestra profesión sea mal vista, si no hacemos nada para enaltecerla?

 

Creo que el concepto más importante que debemos tener en cuenta es que tenemos una valiosa oportunidad de enaltecer nuestras respectivas profesiones. Independientemente del trabajo que realices, del puesto que tengas, de la responsabilidad que tengas, todos tenemos la oportunidad de añadir valor a nuestra profesión, a nuestra sociedad y el mundo, haciendo nuestro trabajo bien, de forma responsable, honesta y sincera, esforzándonos por obtener los mejores resultados posibles y por dejar una imagen lo más positiva que podamos, tanto para nosotros mismos como para nuestras respectivas profesiones.

Y esto aplica a todas las áreas, bien seas un sacerdote, un concejal, un administrativo en una firma pequeña, un trabajador del servicio de aseo público, la dependienta de una tienda, o simplemente una persona que recién se inicia en su primer empleo sin ningún tipo de experiencia previa.

Todos, absolutamente todos, tenemos la oportunidad de ser el orgullo de nuestras profesiones y fortalecer su valía. ¿Cuál es finalmente nuestro aporte?

Hace un tiempo escribí un artículo que se titulaba “PyME también se puede escribir con G de Grandeza” porque a veces pareciera que por el hecho de tratarse de empresas pequeñas o de pequeños proyectos emprendedores, esto implica que TODO tiene que hacerse de forma pequeña, limitada, pobre.

Muy al contrario: Mientras más pequeño es tu proyecto, más grande es tu aporte al enaltecimiento de tu profesión y de tu sociedad, porque eres tú mismo el que lo hace, eres tú mismo el que lo crea y no la gran corporación internacional.

Dicen los entendidos que la diferencia entre un empresario exitoso y uno miserable comienza siendo un tema de actitud y de valores.

¿Quién eres tú profesionalmente? ¿Cuál es tu legado? ¿Enalteces el valor de tu profesión?

Y creo que son preguntas que deberían siempre estar en nuestra meta y orientar cara una de las acciones que ponemos en marcha, bien sea que estemos trabajando por cuenta ajena o por cuenta propia, da lo mismo.

La oportunidad de hacer algo grande la tenemos todos. El problema es que muchos no están conscientes de que cada una de las acciones que hacen son trascendentes y constituyen el legado que ellos dejan a la sociedad y el mundo.

Por eso mi invitación de hoy: Hagamos que cada una de nuestras profesiones sea más valiosa cada día. Luchemos por crear un mundo profesional donde prive el respeto, el reconocimiento a la valía y la experiencia profesional, el deseo por aportar valor y riqueza.

Veremos que todo puede ser muy diferente cuando pensamos en cuál es el legado que estamos dejando para las generaciones que vienen después de nosotros, que son incluso nuestros propios hijos.

 

Crédito fotografía: Photo by Mika on Unsplash

 

Artículos que te recomiendo leer en este blog:
¿Cuándo Comenzamos a Crear Nuestra Marca Personal?
PyME también se puede escribir con G de Grandeza.

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