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Poniendo Orden en Casa: Lo Cortés No Te Quita Lo Valiente

Poniendo Orden en Casa: Lo Cortés No Te Quita Lo Valiente

Primero que nada, debo darle a cada uno de ustedes las gracias por su paciencia y por el haber sabido entender esta ausencia, que entre pitos y flautas, se ha prolongado ya por varios meses.

Diferentes circunstancias personales se han unido a mis cotidianas obligaciones profesionales y me han impedido tener el tiempo suficiente para sentarme a desarrollar los temas que han surgido en reuniones con colegas, clientes y amigos, y que están directamente relacionados con el sector profesional en el que me especializo y al que está dirigido este blog.

Mi madre vino de visita al inicio de la primavera y lo que se suponía iba a ser un simple viaje de vacaciones, de compartir, de estar con sus nietos, su nuera y su hijo, se convirtió al final en una recaída que la tuvo indispuesta por varios meses.

De más está decirte qué, durante esos meses, yo me convertí en su enfermero, su asistente, su cuidador.

Gracias a Dios, ya se encuentra de nuevo en su casa, en un estado de salud estable, controlado y con el tratamiento médico necesario para que no ocurran nuevas sorpresas.

No sé si conoces algo que se llama “El Síndrome del Cuidador de Enfermos” y es lo que le ocurre a las personas que cuidan de una persona enferma durante largo tiempo, una vez que el enfermo ya se encuentra mejor y no necesita ser atendido de forma tan cercana.

Se siente muy extraño cuando no sabes por dónde comenzar cada día, cuando sientes que te hace falta algo.

Pues eso me sucedió a mí y luego que mi mamá se fue de vuelta a su casa, me costó un mundo volver a centrarme en mi jornada diaria, en mi rutina profesional y personal.

Pero en fin, para no hacer de esta historia un drama, quería que lo supieras simplemente para que entendieras las razones de mi ausencia.

Gracias nuevamente por estar allí y por premiarme con tu confianza y con la lectura de las cosas que acá escribo.

Hay miles de cosas que aprender cada día si estamos abiertas a ellas.

 

Este tiempo también me ha servido para encontrarme conmigo mismo como persona, más allá del profesional que escribe estas líneas. Acostumbrados a vivir cada día del timbo al tambo, de una actividad a otra, de una carrera a otra, generalmente tenemos muy poco tiempo para hacer una pausa y mirar las cosas con la calma necesaria para poder evaluarlas de forma objetiva.

Ese ha sido mi caso. Para mi, estos meses que han pasado han sido momentos en los que he podido encontrarme cara a cara con el reto más grande que tenemos los que somos profesionales independientes:

Poder alinear todos los roles que desempeñamos en nuestras vidas, y que no perdamos el juicio en el proceso.

A fin de cuentas, cada día tan sólo tiene 24 horas. Ni una más, ni una menos. Y hay momentos en los que hay que poner cada cosa en su sitio y dedicarle a las que son realmente importantes el tiempo que requieren, dejando a un lado aquellas que pueden ser atendidas luego o bien descartando aquellas de las cuáles se puede prescindir.

Más allá de todas las cosas, somos seres humanos, hijos, padres, hermanos, parejas, amigos. Y reconocernos a nosotros mismos en esta diversidad de roles simplemente nos hace entender que, primero que nada y por encima de todo, somos humanos y que en cada momento de nuestras vidas lo mejor que podemos hacer es dar lo mejor de nosotros mismos a aquello que ocupa nuestra atención en esos momentos, y que realmente es donde debemos poner todo nuestro tiempo y atención.

En medio de la vorágine que vivimos cada día, en medio de la velocidad y la presión que suele caracterizar nuestras vidas, hay valores básicos que debemos seguir cultivando, como son la humildad, la autenticidad, la sinceridad y la gratitud.

Mientras mi madre estuvo enferma en casa, pude darme cuenta de que era para mi una oportunidad para darle de vuelta el tiempo y la dedicación que durante tantos años ella me regaló a mi, sin pedirme nada cambio. Ha sido un excelente momento para mostrarle mi gratitud.

Su recaída me hizo darme cuenta de que nuestros cuerpos no son máquinas invencibles, sino simplemente cuerpos humanos, vulnerables, frágiles, a los cuales debemos cuidar y atender de la mejor manera que podamos, si no queremos sufrir luego las consecuencias. Eso me hizo verme a mí mismo de una forma bastante más humilde, sincera y auténtica.

Ahora te darás cuenta del porqué digo que podemos aprender muchísimas cosas si simplemente tenemos nuestros ojos y oídos bien abiertos cada día, tratando de sacar lo mejor de cada una de las situaciones que vivimos en nuestras vidas.

Lo cortés no quita lo valiente. Ser humano, frágil y vulnerable no te hace menos profesional, muy al contrario. Reconocerte en tu propia vulnerabilidad como ser humano te convierte en un profesional íntegro, completo, auténtico, sensible y, sobre todo, cercano.

 

Una buena oportunidad para poner orden en casa.

 

Sin embargo, tuve tiempo para poner en orden los proyectos de mi negocio. Siempre es bueno que te tomes un tiempo para hacerlo, porque la dinámica del día a día tiende a convertirnos en apagafuegos impidiéndonos dedicarle tiempo suficiente a la planificación de nuevos proyectos, incluso a la correcta gestión de los que tenemos en marcha.

Cuando pones orden en casa, tienes la oportunidad de dar prioridad a lo que realmente es importante.

Ya con todas las cosas de vuelta a la normalidad, tendré la oportunidad de sentarme a desarrollar múltiples temas que han surgido en mis reuniones con clientes y compañeros de trabajo, temas que suelen convertirse en obstáculos para los emprendedores que quieren desarrollar una gestión comercial y de negocios adecuada.

De momento, quiero terminar este post dándote las gracias por tu entendimiento y tu paciencia, y reiterándote mi compromiso de seguir ofreciéndote en las páginas de este blog mi opinión profesional acerca de aquellos temas que te pueden servir para sacar adelante tu negocio, tu empresa y, quizás, tu vida misma.

Porque tanto tú, como yo, somos primeramente seres humanos que estamos haciendo el mejor de nuestros esfuerzos para ofrecer al mercado nuestros productos y servicios, y que afrontamos, como todos, los retos que implica el tener que mantener un equilibrio entre todos los distintos roles que desempeñamos en nuestro día a día.

Hasta el próximo Lunes.

 

Crédito fotografía: Nosvos / Ver portafolio

 

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3 Lecciones Como Bloguero Que Aprendí De Mi Hijo De 9 Años.

3 Lecciones Como Bloguero Que Aprendí De Mi Hijo De 9 Años.

3 Lecciones Como Bloguero - Joel Pinto RomeroEs realmente interesante la forma en que la vida misma se empeña en enseñarnos cosas, siempre y cuando estemos dispuestos a escuchar lo que nos tiene que decir, y posteriormente a poner las cosas que escuchamos en práctica, cuando sean para mejor.

Jesús decía en una de sus parábolas que “(…) si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 18:3), y estoy seguro de que esto tiene una profunda implicación en nuestras vidas, no solamente para “entrar en el Reino de Dios”, sino también para vivir la vida de una manera más humilde, más sincera, más intensa… no solamente como personas, sino también como empresarios y emprendedores.

¿Por qué digo esto? Como siempre, me explico.

Mi hijo de 9 años, Gabriel David, tiene un blog. Lo ha dedicado a uno de sus juguetes favoritos: los Pokémon. Si tienes hijos en ese rango de edad, seguramente sabes a qué me refiero y de quiénes estoy hablando.

La semana pasada realizamos una caminata por un camino de tierra que rodea el aeropuerto de la ciudad. Es un paseo divertido que nos da la oportunidad de compartir tiempo de calidad, conversaciones, chistes, juegos y por supuesto, hacer un poco de ejercicio.

De pronto, Gabriel David me comenzó a hablar de su blog, de las visitas que tenía, de los países de donde venían (sí… mi hijo de 9 años revisa las estadísticas de su blog), las plataformas que usaban con más frecuencia y esas cosas.

 

La primera lección: Pasión.

 

Y a medida que seguíamos conversando de su blog, me comentaba de los múltiples eventos que habían de Pokémon, de los premios y bonos que se podían lograr en los juegos, de estrategias, de las cosas que le habían pasado a él mientras jugaba, de cómo aprendía cosas nuevas, del interés que tenía en compartir estas cosas con las personas que leían su blog.

Los ojos se le iluminaban y sonreía mientras me contaba la historia. Yo podía sentir, con toda claridad, toda la pasión que había en sus palabras y (supongo que porque se trata de mi hijo), no podía dejar de quedar contagiado de ese entusiasmo yo también.

No solamente sabe de lo que está hablando, sino que también disfruta un montón contando las historias que comparte en su blog.

Y yo creo que es una lección que nos viene bien a todos los que tenemos un espacio en el que compartimos contenidos con el mundo entero: El tema no está solamente en crear contenido para conseguir suscriptores, sino en compartir la pasión que sentimos por los temas que más nos mueven.

En mi caso, es el marketing, las ventas, la gestión de negocios y la vida misma. En tu caso, ¿cuál es tu pasión?

 

Segunda lección: Auténtica colaboración.

 

Todos sabemos que los niños son los seres más humildes y transparentes del mundo. El ejemplo lo puedes ver en un parque infantil: Juntas a dos niños que no se conocen, que nunca se han visto en la vida, y en dos segundos (tal vez un poquito más) están jugando juntos sin mayor problema, colaborando uno con otro, ayudándose sin mayores complicaciones.

Los adultos somos un poco más complicados que eso, ¿verdad? 

A medida que crecemos, los adultos nos llenamos de cosas, de intereses, de prejuicios, de orgullo, de soberbia, de egoísmos, y de otras tantas cosas que no viene al caso mencionar. El punto es que dejamos de ser transparentes y humildes.

Y al no ser transparentes ni humildes, perdemos nuestra capacidad de colaborar honestamente, sin segundas intenciones, sin egoísmo.

¿Cómo me lo enseñó mi hijo Gabriel David? Pues publicando una entrada en su blog en la que se disculpaba sinceramente con su audiencia por haber pasado algunos meses sin escribir artículos nuevos.

Además que ofrecía, con toda honestidad, la explicación: “Ya que sabemos que son épocas del cole” 😀

Además, en su deseo de colaborar, publicó también una entrada en la que le decía a sus lectores, y a los padres de sus lectores, que “mi papá (o sea, yo) tiene un blog de marketing y ventas”. ¿Qué me pidió a cambio? Que hiciera yo lo mismo y hablara de su blog en mi blog.

¿Existe alguna forma más desinteresada de colaborar? ¿Cuando fue la última ver que te ofrecieron un trato en el cual no sentías que se estaban aprovechando de ti?

 

Tercera Lección: Gratitud hacia tu audiencia.

 

Estamos tan encerrados en lograr cosas, que nos olvidamos los pequeños detalles. ¿Cómo lo aprendí de mi hijo? Publicó una entrada sencillita, casi podríamos llamarla el “tweet perfecto” de 106 caracteres en la que le daba las gracias a su audiencia por haber alcanzado las mil visitas.

«GRACIAS, GRACIAS. ¡Todos vosotros los que veis mi blog me habeis conseguido 1079 visitas! Sois los numero 1.»

Y siendo que las lecciones que aprendemos son para ponerlas en práctica en nuestras vidas, yo quiero aprovechar esto que he aprendido de mi hijo, Gabriel David.

Un millón de gracias para todos ustedes, mis número 1, mis lectores, la gente que soporta todas las cosas que escribo aquí, en este espacio que este mes está cumpliendo tres añitos de existencia.

Si señor. Tres añitos ya. ¿Y qué mejor manera de celebrarlo que compartiendo con ustedes estas tres bellas lecciones que aprendí de mi hijo?

¿Qué me queda por hacer? Reiterarte mi compromiso de seguir compartiendo contigo los temas que me apasionan, seguir haciéndolo de la manera más transparente y humilde posible, aunque tengo que reconocer que soy un adulto grandecito ya, y recordarme siempre de darte las gracias porque, sin ti, este espacio estaría sencillamente vacío.

¡¡¡GRACIAS MIL!!!

A ti, mi apreciado lector, por haberme seguido durante estos tres años y haberme acompañado en este viaje tan enriquecedor. Y a mi hijo Gabriel David, por la bella lección que, sin saberlo, me ha enseñado y me ha llegado al corazón.

¡¡¡Gracias, hijo querido. Y sigue para siempre así, con el mismo entusiasmo y dedicación!!!

 

 

Crédito fotografía: Elias Andres-Jose en Unsplash

 

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Por supuesto, te invito a visitar el blog de mi hijo Gabriel David, se llama “My Pokemon Games”

¿Cuándo Comenzamos a Crear Nuestra Marca Personal?

¿Cuándo Comenzamos a Crear Nuestra Marca Personal?

¿Cuándo Comenzamos a Crear Nuestra Marca Personal? - Joel Pinto Romero¿Alguna vez te ha ocurrido que te encuentras en una reunión social y de repente aparece una persona que dice “Oye, yo a ti te conozco. Tu eres (tu nombre). ¿Me recuerdas? Íbamos al mismo colegio (o trabajamos juntos en aquella empresa)?»

Mi mujer dice que yo me encuentro con alguien conocido en todo sitio donde voy y yo siempre he tenido que darle la razón.

Una de esas tantas veces, me encontré con una chica con la que tuve un intercambio muy entretenido, y esclarecedor. Luego te explicaré porqué fue esclarecedor.

Resultó que habíamos sido vecinos en Venezuela, en mis años de adolescente, y ella estudiaba en un liceo que quedaba a dos cuadras de mi casa y el cual nosotros (yo y mi grupazo de amiguetes adolescentes) acostumbrábamos a visitar cada Carnaval para bañar de agua, harina y todo lo que se nos ocurriera a las chicas que allí estudiaban, justo a la hora de la salida.

Cuando ella me dijo que había estudiado en ese liceo, justo por aquellos años, mi cara se puso pálida, sentí un no-sé-qué que me recorrió todo el cuerpo, y sólo pude acertar a decirle: “Realmente espero que no hayas sido una de las víctimas de nuestras visitas carnavalescas”

 

Nuestra marca personal siempre ha estado con nosotros.

 

Cada cosa que hemos hecho, cada cosa que hemos dejado de hacer, nuestras buenas decisiones, las no tan buenas, nuestros buenos actos y aquellos que nos hacen bajar la cabeza avergonzados, todos ellos forman parte de nuestra marca personal.

Tu marca no se puede crear, porque ya está creada desde hace mucho tiempo

No es algo que podamos crear como si fuera nuevo de paquete, porque ha estado siempre allí. Por eso te decía que aquel encuentro resultó esclarecedor: Tu marca no se puede crear, porque ya está creada desde hace mucho tiempo, tanto tu marca personal como tu marca profesional, aunque ahora en nuestros días, suele llamarse “marca personal” a tu marca profesional, pero para los efectos viene siendo lo mismo.

Piensa que tu marca personal (y profesional) es la huella que ha quedado grabada en las personas con las que te has relacionado a lo largo de todos los años de tu vida, tanto de manera personal, como sentimental y laboral. Y es una huella que has creado, aún sin darte cuenta, aún sin estar 100% consciente de ello.

 

¿Por qué es importante reconocer que nuestra marca siempre ha estado allí?

 

Porque de alguna manera, tanto profesional como personalmente, debemos hacernos responsables de nuestros actos y todas sus consecuencias. Tanto de nuestros actos en el pasado, como de las cosas que estamos haciendo hoy día y las que pretendemos hacer en el futuro.

Honestidad, humildad y transparencia, los valores fundamentales de una marca personal fuerte

Es por ello que siempre defenderé la honestidad, la humildad y la transparencia como los valores fundamentales para mantener una marca personal fuerte:

  • Honestidad……….pues me imagino que no requiere una explicación.
  • Humildad: para poder reconocer con sinceridad tus carencias y fortalezas.
  • Transparencia: para saber vivir y desarrollarte profesionalmente con todo ello.

Y para explicarme mejor, te pongo un ejemplo: Eres emprendedor y quieres desarrollar tu negocio. Resulta que consigues una empresa con la que te vendría de maravilla hacer negocios. Sería tu “cliente soñado”. (¿Quién no desea uno?)

Haciendo tu tarea, averiguas que la persona con la que debes conversar se llama Fulano de Tal. El nombre te resulta familiar, pero por más que tratas de establecer conexiones, no puedes.

Finalmente logras una cita con el Sr. Fulano de Tal. Cuando entras en su oficina, él se queda mirándote fijamente, y tras una pequeña pausa, te dice: “Tu cara me es conocida. Tu eres (pon aquí tu nombre). Estudiamos juntos en primaria. ¿Me recuerdas?”

Tu cara palidece, te retuerces incómodo en la silla y comienzas a sentir un no-sé-qué extraño. No das con su cara. No te suena familiar. Simplemente no lo recuerdas.

De aquí en adelante, puedes ponerle a la historia el final que tú quieras. Puede ser bueno o malo, es igual.

Lo importante es que veas cómo tu marca siempre ha estado contigo, aún en aquellos momentos en los que tú ni siquiera pensabas que algún día emprenderías un negocio propio, y mucho menos te imaginabas que tu mejor prospecto de negocios, iba a ser justamente un compañero de la escuela primaria.

Recuerda que tu marca personal es la huella que has dejado en todas aquellas personas con las que te has relacionado, de manera personal o profesional, en tu vida. Puede haber sido positiva, negativa o neutra, pero allí está, siempre presente.

 

Crédito fotografía: Steven Libralon en Unsplash

 

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