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Los Números Son Tus Mejores Amigos.

Los Números Son Tus Mejores Amigos.

Los seres humanos, en nuestra programación de vida, tenemos cargadas una serie de secuencias de acción para reaccionar ante determinadas circunstancias: cuando sentimos mucho calor, buscamos tomar algo frío y quitarnos la ropa que nos sobra para refrescarnos un poco; cuando tenemos frío buscamos tomar algo calentito y abrigarnos mejor.

De la misma manera, cuando experimentamos una alegría muy grande, solemos saltar, agitar los brazos, sonreír, llorar de la emoción, compartir las buenas noticias con las personas que nos rodean; y en el lado opuesto, algo que seguramente tú has experimentado más de una vez, es entrar en un período de negación cuando enfrentamos circunstancias que nos son adversas, situaciones inesperadas, pérdidas repentinas: una novia que nos dejó, alguien que fallece, nos despiden de un trabajo, perdemos un cliente importante, etc.

Entrar en un período de negación es la respuesta natural del ser humano ante una situación que le resulta frustrante. En los negocios, no podemos darnos ese lujo.

Nuestra primera tendencia es cerrar los ojos y tratar, por la propia fuerza del impacto emocional, de mirar hacia otro lado, de concentrar nuestra atención en otra cosa, aún cuando estamos perfectamente claros de que, cuando volvamos a abrir los ojos, esa situación dolorosa, frustrante o inesperada continuará estando allí.

Y uno de esos momentos es cuando tenemos que sentarnos a valorar los resultados de nuestra gestión, sobre todo cuando estamos emprendiendo en solitario.

 

La única forma de saber cómo lo estás haciendo, es valorar los resultados que estás obteniendo.

 

De mi entrenamiento para la licencia de piloto recuerdo que le dedicábamos mucho tiempo a la práctica de procedimientos de emergencia: aterrizajes forzosos en sitios inhóspitos, descender mucha altura con gran rapidez, cómo reaccionar cuando el avión perdía la capacidad de mantenerse en el área e, incluso, que acciones debíamos tomar si las condiciones meteorológicas cambiaban para peor y nos imposibilitaban continuar con el vuelo como lo habíamos planeado.

En todo caso, el entrenamiento estaba orientado hacia el desarrollo de una respuesta automática de nuestra parte, es decir, una respuesta libre de emociones y que se ejecutara tan pronto identificáramos que tanto los pasajeros, como nosotros mismos y la propia aeronave estaban en peligro inminente.

Si nos devolvemos al mundo de tu emprendimiento, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que emprendiste para ganar dinero o para generar beneficios de algún tipo.

En un artículo de este blog dije alguna vez que «todas las cosas que hagas deben hacerte sentir feliz, ganar dinero o una combinación de ambas». Si esto no ocurre, algo no está funcionando bien, porque lo que haces no te produce ni frío ni calor.

Para saber si la gestión que estás haciendo de tu negocio va bien, debes haber definido con anticipación los resultados que querías obtener.

Una de las primeras cosas que deberías definir entonces en tu proyecto emprendedor son los resultados que esperas obtener: cuál es ese nivel de ventas que te haría sentir feliz y cuál ese otro nivel que te haría sentir infeliz. 

Porque, lo quieras o no – y a menos que tengas a tu disposición una fuente infinita de financiación – tu negocio no puede vivir dando pérdidas para siempre. En algún momento de la vida, tendrá que permitirte ganar dinero, generar beneficios y crecer. Es lo normal y natural.

Y este es justamente el momento donde, si no estás adecuadamente entrenado, experimentarás la tendencia a cerrar los ojos, negar el hecho de que tu negocio no está generando beneficios sino pérdidas, sentirás miedo por el hecho de pensar que has fracasado y tu cerebro tratará de negarlo todo.

Para protegerte, tu cerebro tratará de esconderse en un sitio donde se sienta cómodo y fuera de peligro.

Es justamente este momento en el que tienes que tener una respuesta automática para cada situación: ¿qué vas a hacer si tu negocio está perdiendo dinero?, ¿qué vas a hacer si tu negocio está ganando dinero?

¡Claro que la segunda es siempre más fácil de planificar que la primera!

Mirar los números de tu negocio de forma objetiva te permitirá tomar las decisiones correctas.

 

Y es por ello que te invito a que veas en los números de tu negocio tus mejores aliados. ¿Por qué?

Si consideras los números como una herramienta de medición de tus resultados, y has establecido con anterioridad que debes vender, por ejemplo, 100,000 euros cada vez para cubrir los costos totales de tu negocio, la situación es sencillísima: 

Ventas > 100,000 euros = Estoy ganando = Estoy feliz.

Ventas < 100,000 euros = Estoy perdiendo = No estoy feliz.

 

Y a partir de punto tan simple, puedes entonces planificar con claridad las cosas que vas a hacer.

¿Estás en la situación «Ventas > 100,000 euros = Estoy ganando»?

Puedes sentarte a valorar, con tranquilidad, cualquiera de las siguientes opciones (de entre las muchas que tienes disponibles): 

  • Áreas de tu negocio en las que reinvertirás tus ganancias.
  • Dividendo que entregarás a tus accionistas.
  • Bonificaciones para empleados.
  • Adquisición de nuevos equipos y tecnologías.
  • Ahorrar una porción de la ganancia para cubrir imprevistos futuros.
  • Expandir y crecer tu negocio, etc, etc, etc…

Además, es un excelente momento para revisar los resultados de cada una de las acciones que estás poniendo en marcha y mejorar todo aquello que se puede mejorar.

¡Recuerda que siempre hay espacio para mejorar!

 

¿Qué tal si estás en la situación «Ventas < 100,000 euros = Estoy perdiendo»?

Lo importante es que no cunda el pánico y que no te dejes llevar por el impacto emocional de los resultados. Lo crucial en un momento así es mantener la cabeza fría y tomar decisiones de la forma más objetiva posible.

Recuerda que no es algo que debas considerar como un fracaso sino más bien una situación en la que no has llegado a los resultados que esperabas. Esta es una frase que me ha parecido muy bonita porque igualmente ayuda a que se le quite el impacto negativo a la palabra fracaso. 

Por lo tanto, en una situación de no haber llegado a los objetivos esperados, deberías sentarte primero a analizar cuáles de las actividades que has puesto en marcha no han generado los resultados esperados de ellas y, a partir de ese análisis, corregir lo que haga falta corregir.

Lo recomendable en una situación como esta es: 

  • Que te detengas para hacer un análisis de los resultados de cada una de las acciones que has puesto en marcha.
  • Corrijas todo aquello que necesita corrección.
  • Igualmente, podrías optimizar todo aquello que esté siendo positivo.
  • Evites aumentar los gastos hasta tanto no hayas corregido los problemas de ventas que tienes.
  • Concentres tus esfuerzos en desarrollar una mayor cantidad de oportunidades para tu proyecto.

Y ya una vez haya vuelto la calma, continuar con tu día a día de forma normal, siempre teniendo en cuenta que una revisión frecuente de tus resultados te permitirá corregir lo que haya que corregir de forma inmediata así como también mejorar y optimizar todo aquello que se pueda mejorar.

La clave es que veas en los números simplemente un indicador de rendimiento de tu gestión: Si llegaste, está todo bien. Si no llegaste, hay cosas que revisar.

Es por ello que debemos mirarlos de la forma más objetiva posible y, según lo que veas, tomar las decisiones que hayas planeado con anticipación. 

Créditos fotografía: rawpixel en Unsplash

Disculpa, Vida, Pero No Encontré La Puerta Para Salir

Disculpa, Vida, Pero No Encontré La Puerta Para Salir

Disculpa, Vida, Pero No Encontré La Puerta Para Salir - Joel Pinto Romero¿Te has detenido a pensar por un momento la velocidad y el estrés con el que estamos viviendo nuestras vidas en los últimos años? ¿Te has dado cuenta que ya nos resulta perfectamente normal continua y totalmente ocupados, sin tener apenas tiempo de detenernos para compartir un rato calmado y relajado con nuestros seres más queridos?

El deseo de lograr cosas, de crecer, de sacar adelante nuestros proyectos, de triunfar y ganar se han convertido en el lugar más común para todos nosotros, en la conversación más frecuente.

Tanto es así, que nos hemos acostumbrado a vivir estresados, agobiados, acelerados, como si todo eso fuese algo normal en nuestras vidas, algo necesario para salir adelante. El estrés, y los estados emocionales que con él vienen asociados, como las depresiones, ansiedad y esas cosas, han pasado a ser algo así como un subproducto de nuestra era.

Y no debería ser así. Como siempre, comparto una historia contigo para que me entiendas mejor.

 

Vemos al estrés como algo tan normal, que ya no le damos la importancia que tiene.

 

¿Sabías que al estrés se le conoce como el “asesino silencioso”? Por si no lo sabías, entérate. Muchísimos son los estudios que se han hecho en todo el mundo que demuestran que el estrés está directamente asociado con un sinfín de dolencias y padeceres, que si me pusiera a enumerarlos seguramente te aburrirías.

Yo mismo he sido víctima de golpes de estrés y uno de ellos en particular, me mandó de emergencia al hospital hace un par de años, con el susto de no saber si tenía un infarto o no.

Al dejar de darle al estrés la importancia que tiene, nos hemos hecho más vulnerables a sus ataques.

Y pasa mucho con tantas otras cosas, otros vicios como, por ejemplo, el alcohol, las drogas y el cigarrillo. Ya nos hemos acostumbrado a verlos tan normales, tan cotidianos, que no los valoramos en su justo significado. Nunca falta la persona que se molesta contigo cuando le dices que deje de fumar, que se está haciendo daño; o aquel otro que te dice que fumarse un porrito de vez en cuando no le va a hacer daño.

Igual ocurre con los estados emocionales asociados con el estrés: vemos como normal el deprimirnos cuando las cosas salen mal, en sentirnos tristes, mal, compungidos, sin detenernos a pensar que todas estas situaciones le pasan una factura muy fuerte a nuestro cuerpo y a nuestra mente.

 

Cuando el daño está hecho, ya no hay vuelta atrás.

 

Como en todas las cosas, con estos temas lo malo está en llegar al punto de “no retorno”, ese punto en el que le hemos causado a nuestro cuerpo o nuestra cabecita algún tipo de daño, del cual no nos vamos a poder recuperar.

O en el caso de que si podamos recuperarnos, tendremos que asumirlo con todas sus consecuencias.

Una vasija rota será siempre una vasija rota, no importa cuán bien la hayas podido remendar.

¿Has roto alguna vez una vasija de barro? Pues entonces has podido darte cuenta de que, por mucho esfuerzo y cariño que le pongas a reunir todos los pedacitos rotos, ponerles cola y unirlos nuevamente, poco podremos hacer para ocultar las marcas de la rotura.

En el caso de personas que están viviendo situaciones de mucho estrés o que quizás estén pasando por una profunda depresión, aún sin saberlo ellas mismas, el gran problema es que nunca los que estamos a su alrededor podremos saber cuando comienza a debilitarse su vasija, sino en el momento en que los vemos completamente rotos, con todos los pedacitos esparcidos por el piso.

¿De dónde viene toda esta historia y para dónde quiero ir con ella? Como siempre, mi intención con este post es aportar algo positivo para tu vida, para tu negocio y para tus cosas.

Para el papá de un querido amigo las tristezas y frustraciones fueron acumulándose en su vida, algunas de tipo personal, otras de tipo profesional y económico. Sin embargo, nunca parecieron hacerle mella o, por lo menos, para todos los que estábamos a su alrededor, nos parecía que todo eso era “lo normal”, así era cómo se debía sentir cualquier persona que estuviera pasando por situaciones como las que a él le había tocado vivir.

 

Disculpa vida, pero no encontré la puerta para salir.

 

Sin embargo, hace dos semanas, decidió quitarse la vida y acabar así con todos sus pesares y sufrimientos. Para la muy dolorosa sorpresa de todos los que le conocimos, las grandes preguntas serán siempre:

¿Cuándo decidió hacerlo? ¿Por qué no pidió ayuda? ¿Qué ocurrió que nadie pudo darse cuenta?

Y dentro de este gran tristeza que siento por mis amigos, quisiera encontrar la lección que la vida tiene para todos nosotros en una vivencia tan triste como ésta.

Creo que debemos comenzar por volver a poner al estrés y la depresión en su correcto lugar y no dejar nunca de darles la importancia que realmente tienen, si llegamos a perder el control de ellos.

Que está bien que vivamos con niveles tolerables de estrés porque eso nos empuja a mantenernos alerta y tomar decisiones en momentos críticos, sin embargo, no dejemos nunca que el estrés nos deje ciegos y nos impida ver la solución a todos los problemas y desafíos que nos presenta la vida.

Cuando nos sintamos agobiados, estresados, agitados, hagamos cosas para sentirnos mejor: Salgamos a hacer algo de ejercicio (que siempre es bueno), o hablemos con un amigo de lo que nos pasa para que nos eche una mano. Si todo falla, siempre tenemos la oportunidad de buscar la ayuda de un profesional.

Pero, por encima de todas las cosas, no dejemos nunca de buscar ayuda, de dejar que alguien se acerque a darnos una mano, por muy orgullosos que podamos ser. Porque nunca sabremos cuando el estrés o la depresión toman el control de nuestras vidas y nos empujan a tomar las decisiones equivocadas.

Que Dios te tenga en Su Gloria, querido amigo, que te permita encontrar en su regazo el descanso y la paz que tanta falta te hizo en vida, y que le dé fuerza y conformidad a la familia que dejaste atrás en tu partida.

 

Crédito fotografía: Stefano Pollio en Unsplash

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