Por Encima De Todo y Primero Que Nada, Somos Personas.
En varias de las últimas sesiones de consultoría que he dado, me he encontrado con una situación común: jóvenes empresarios que están concentrando todos sus esfuerzos en desarrollar sus proyectos de negocio y que no tienen tiempo alguno para llevar a cabo ningún otro tipo de actividad, o que bien sienten que NO DEBEN dedicarle tiempo a ninguna otra actividad, mientras tanto no hayan sacado sus proyectos adelante.
También me he encontrado con profesionales que la están pasando muy dura tratando de mantener un balance entre su vida profesional y la personal.
En ambos casos, la urgencia que está de fondo es la misma: la sociedad nos está condicionando (otros pudieran llamarlo “programando”) para que percibamos que el éxito profesional es lo más importante en la vida, y que solamente a partir de él podemos ser felices en los otros ámbitos de nuestras realidades individuales.
Y no hay nada más lejos de la realidad.
De hecho, hace unos pocos días leí un artículo en el cuál un exitoso hombre de negocios había visto su vida transformada luego de haber estado durante unas semanas en Haití, uno de los países más pobres del mundo, y haberse dado cuenta de que, a pesar de la durísima situación económica que viven la mayoría de las personas allí, aún así pueden vivir felices y sonrientes.
Algo que muchas personas en países del primer mundo simplemente sueñan con alcanzar.
Primero que nada, somos personas, seres humanos.
Y esa es la realidad: Primero que nada, nacimos de nuestros padres y hemos pasado por lo menos las dos primeras décadas de nuestras vidas cultivando nuestras personas, nuestros “yo interiores”, lo que somos como individuos.
Esa es la base de todo lo demás. Todo lo que viene luego se sustenta en los valores y principios que hemos aprendido e internalizado durante esos primeros años, gracias a nuestros padres, nuestros maestros y profesores en los colegios, y ya luego como producto de la interacción con nuestros semejantes en la sociedad.
Un profesional exitoso no podrá considerarse nunca “completo” si su realidad como individuo, pareja o padre está rota o incompleta.
A partir del momento en que nos metemos de cabeza en la sociedad, vienen los otros roles: Conocí a mi actual pareja durante mis años de universidad, luego nos casamos, tuvimos un par de hijos maravillosos y alcancé lo que yo podría llamar mi “maduración” profesional cuando mi hijo mayor tenía un par de años.
En tu caso, no necesariamente debe haber ocurrido todo en la misma secuencia pero, en nuestras vidas, estos roles si están (o deben estar) en ese orden:
- Primero “Individuo”.
- Luego “Pareja”.
- Después “Padre”.
- Y, finalmente, “Profesional”.
Si como individuo no estás en comunión contigo mismo, si no conoces tus debilidades y fortalezas, tus temores, las fuerzas que te motivan y te empujan hacia adelante, pues todas esas carencias te las llevarás a la relación de pareja, a la relación con tus hijos y a tu vida profesional.
Es así de simple, en mayores o menores grados, pero así de sencillo.
El éxito profesional no debe significar el sacrificio de todo lo demás.
¿Cuántos casos conoces de personajes de esos a los que todos consideran sus ídolos y has descubierto que tienen unas relaciones de pareja desastrosas? ¿O que tienen múltiples adicciones, bien sea alcohol, drogas, tabaquismo, etc…? ¿O que son protagonistas frecuentes en escándalos públicos de cualquier tipo?
¿Cuántas veces has sentido pena por ver que aquél personaje al que tenías en un pedestal, fue metido en la cárcel por haberle dado una golpiza brutal a su pareja? ¿O que son criticados pública y abiertamente por sus hijos?
No habrá en la vida nunca dinero suficiente para comprar la felicidad en la relación de pareja ni con nuestros hijos.
Es por ello que resulta a veces necesario recordar que nuestro crecimiento y desarrollo personal debe darse desde adentro hacia afuera, y no al revés. El dinero no compra la felicidad, aunque está muy claro que hace las cosas mucho más sencillas.
Si no te crees que el dinero no lo es todo, basta con que mires hacia los países más pobres y, en teoría, más desafortunados: Aún con todas las carencias que tienen, aún con todos los desafíos que enfrentan cada día, son personas que pueden vivir sonrientes y despreocupadas, incluso más que nosotros mismos que decimos tener acceso a todo.
¿Cómo crees tú que esa felicidad es posible?
La felicidad y el éxito están profundamente metidos dentro de nosotros mismos.
A veces resulta interesante aprender por las cosas que vemos vivir a otras personas, y no necesariamente esperar a vivir las experiencias nosotros mismos para entenderlo todo.
A mi personalmente me gustaría racionalizar muy profundamente dentro de mí el hecho de que puedo ser intensamente feliz con pocas cosas materiales, antes de tener que vivir una situación de pobreza extrema como la que se vive en algunos países del mundo para darme cuenta.
Nuestra fortaleza como profesionales, padres y parejas radica en la fortaleza que tengamos como individuos, como seres humanos.
De la misma manera, me gustaría tener la habilidad y la capacidad de prestarle atención y disfrutar de todas las distintas áreas de mi vida (individuo, pareja, padre y profesional) sin que ninguna de ellas implique el sacrificio de las otras.
Creo que es necesario recomendarte que le prestes atención a todas ellas por igual. Si, es muy importante que logres todas los objetivos que te has propuesto como profesional y dueño de tu propio negocio, definitivamente sí.
Pero también es cierto que nada de eso tendrá valor si, en el camino, dejas a un lado o abandonas directamente tus roles como pareja y como padre.
Y si el caso fuera que no tienes hijos ni una relación de pareja, entonces tampoco tiene sentido que te conviertas en uno de esos personajes exitosos, que lo han dado todo por alcanzar lo que para muchos es “la cima profesional y económica”, destruyendo en el camino el regalo más maravilloso de todos: la vida misma.
¿O sí lo tiene?
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