Marketing: ¿Dónde queda realmente el principio?
Conversando con un querido compañero, Luis Reyes (@Luisreyes6) acerca de un artículo que publiqué hace poco tiempo, titulado “Quiero estar en redes sociales, pero no sé por donde comenzar” llegamos, entre chistes y comentarios varios, a una encrucijada y me comenta Luis: “Pues, obviamente, debemos comenzar por el principio, Joel” y yo le respondí “¿Y cuál es realmente el principio?”
Y esa pregunta me trajo al tema que quiero compartir contigo hoy: Estamos comenzando el Año y sabemos exactamente donde está su principio. Es el primer minuto, del primer día del mes de Enero. Sencillo, ¿verdad?
Pero, ¿es acaso igual de fácil saber cuál es el principio cuando se trata de tu negocio, de tu empresa, o incluso, de tu persona? ¿Dónde queda el principio?
¿Por qué ocurre con tanta frecuencia que las nuevas empresas, los nuevos productos en su mayoría fallan y no llegan a consolidarse, ni siquiera desarrollarse? ¿Existe alguna relación entre ese conocer cuál es el principio y el hecho de que muchos productos no lleguen a madurar en sus respectivos mercados?
Seguramente cuando te planteaste iniciar tu negocio, pusiste toda tu ilusión y esfuerzo en montar tu empresa, la estructura, el esqueleto, crear tu producto y desarrollar tu marca. Tal vez invertiste mucho tiempo en encontrar las oportunidades más significativas para tu producto, identificar tus segmentos de mercado, las razones por las cuales las personas comprarían tu producto, en fin… debes haber invertido bastante tiempo, dinero y esfuerzo en trazar un mapa que te permitiera ver con claridad el camino que tu producto, empresa o marca iban a recorrer una vez lanzado al mercado.
Y seguramente también estabas lo suficientemente enamorado de tu producto, convencido de que iba a ser un éxito total, que fuiste el primer sorprendido cuando tuviste que tomar la decisión de dejarlo todo porque tu iniciativa había fracasado, como tantas otras. Estabas tan emocionado que no te detuviste a hacer un análisis inicial que, con mucho, es el más importante que debes hacer, antes de cualquier otra cosa: analizar las fortalezas y debilidades de tu producto, empresa o marca.
Y es aquí donde, en mi opinión, comienza la cadena de errores que han podido impedir que tu producto se establezca y desarrolle apropiadamente dentro del mercado. Un fracaso no ocurre de un día para otro, sino que es una cadena de cosas que ocurren, que van minando el potencial de crecimiento de una iniciativa.
Por experiencia propia, y por la que han compartido conmigo compañeros y amigos que han montado sus propios negocios, el principal error es no evaluar con sinceridad, honestidad y humildad los atributos, limitaciones, debilidades y fortalezas de nuestro producto, marca o empresa.
No me refiero al análisis que pudiste haber hecho o no del mercado como tal, sino de esa revisión hacia adentro, que debió haberte permitido identificar tu nicho de mercado, tu público objetivo, tus planteamientos y estrategias, pero de verdad y no superficialmente.
Cómo siempre, te propongo un ejemplo: Pasas la noche tosiendo y muy congestionado, con mucha fiebre, malestar en el estómago, pesadez en la cabeza y temblor en tus extremidades. Sin embargo, cuando llegas al médico y este te pregunta por los síntomas que has tenido, simplemente le dices que has tenido un poco de malestar y algo de fiebre.
¿Crees tú que el doctor estará en capacidad de darte un tratamiento adecuado? ¿Crees tu que tendrá la oportunidad de decirte realmente lo que tienes que hacer, cuando la información que tiene en sus manos es inexacta y no representa adecuadamente la situación real?
Pues lo mismo ocurre con los productos, empresas y marcas. Si el análisis inicial, ese estudio que tu has debido poner en marcha incluso antes de analizar la industria, el mercado y la competencia, no se realiza de manera concienzuda, honesta, sincera y profunda, estás corriendo un riesgo enorme.
¿Por qué? Porque el propio mercado te mostrará las debilidades de tu producto y el fracaso te indicará que habría sido preferible invertir un poco más de tiempo en la investigación inicial.
¿Has visto alguna vez alguno de esos concursos para conseguir nuevos talentos musicales, tipo “American Idol” o por el estilo? ¿Has podido darte cuenta de que hay incluso algunos participantes que no debieron haberse inscrito siquiera en el concurso?
Seguramente a esas personas los amigos y familiares les dijeron que sí, que se inscribieran en el concurso, que tenían mucho talento, que podían hacer un buen papel (¿qué madre no tendría palabras bonitas para un hijo ilusionado?) y estos personajes, empezando desde el sitio incorrecto y simplemente basando todos sus argumentos en un análisis incompleto de la realidad, se embarcaron en algo que tenía marcado un final no feliz.
El mercado es así, generalmente no perdona los errores, sobre todo cuando estos se refieren a productos y marcas. Es por ello que muchos productos no terminan de desarrollarse y sencillamente fracasan, porque arrancan desde un “principio ficticio”, irreal.
Asegúrate de comenzar por el principio, por uno real, honesto, transparente, que refleje realmente tu situación y no que sea un reflejo de lo que tu quisieras. Tal vez demores un poco más, pero te estarás evitando muchas situaciones desagradables y generalmente muy costosas.
¿Es este tu caso? ¿Analizaste tu negocio, marca o producto con profundidad antes de lanzarte al mercado?
Crédito fotografía: Vek Labs en Unsplash
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