Generalmente para esta fecha suelo escribir post en el que te deseo muchas cosas lindas y en muy buena onda para estas fiestas que están a la vuelta de la esquina y para el próximo Año Nuevo que nos preparamos a recibir.
Obviamente este año quise hacer lo mismo pero algo muy dentro de mi me dijo que no, que aprovechara que ya este blog tiene sus añitos y que tiene su grupo de lectores que lo leen regularmente, e hiciera algo diferente.
Como siempre, voy a desearte lo mejor del mundo para estas Navidades.
Como creyente y católico practicante que soy, pues deseo que el Espíritu de Dios inunde tu hogar estas fiestas y que llene tu corazón y el de todos tus seres queridos con Su Paz, con su Alegría y que te dé el entusiasmo necesario para comenzar el Año próximo de la mejor manera posible.
Pero hoy quiero ir un poco más allá.
Quiero pedirle a Dios que estas Navidades nos regale a todos la fuerza necesaria para erradicar del mundo, o hacer nuestro mejor esfuerzo para erradicar del mundo ciertas cosas que están profundamente arraigadas en nuestras sociedades y no nos dejan avanzar.
La primera de ellas es la corrupción.
Le pido a Dios que ilumine la mente de todas aquellas personas que se dejan seducir por el poder y el dinero y roban descaradamente el dinero que le pertenece a aquellas personas a las que representan, porque recordemos que no todos los corruptos son políticos, así como también no todos los políticos son corruptos. Le pido al Cielo para que las personas puedan (y sepan) encontrar la fuerza necesaria para hacer sus trabajos de la forma más honesta posible, ayudándonos a todos a crear una sociedad más justa y transparente.
Luego está la guerra.
Si. La guerra. Ese flagelo tan lamentable que se ha convertido en el negocio de tantos países sin reparar en todas las personas que mueren, sobretodo por los inocentes que, lamentablemente, se encuentran en el sitio incorrecto a la hora menos apropiada. Le pido a Dios que nos haga darnos cuenta que la guerra como negocio sencillamente debería darnos vergüenza y que reconozcamos que nada en el mundo nos da el derecho de provocar la muerte de tantas personas inocentes, independientemente de las banderas que usemos.
No puedo dejar de pensar en la hambruna.
Millones de personas mueren al año porque no tienen que comer. Niños, mujeres, ancianos. En fin, toda una desgracia que debería retumbar en nuestra mente cada vez que abrimos nuestras neveras y las vemos repletas de comida que incluso algunas veces se nos echa a perder por no comerla a tiempo. Le pido a Dios que nos ayude a ser más solidarios con las personas que están pasando necesidad. Si no tenemos dinero para ayudar, para que por lo menos ofrezcamos una comida, una ayuda, una palabra de ánimo y esperanza, pero que, por favor, estas fiestas sean un buen inicio para vivir la vida en sintonía con aquellas personas que son menos afortunadas que nosotros.
Y finalmente la violencia de género.
Le pido a Dios que siembre en nuestros corazones el amor verdadero. Ese amor que no significa dominar y someter a nuestra pareja con el uso de la fuerza. Como le decían a mis hijos en la guardería, que aprendamos a que «las manos son para dar cariño y los brazos para abrazar a las personas que nos rodean». Por Dios, le pido al Cielo que ilumine las cabezas de todas aquellas personas que solamente saben comunicarse usando la violencia, los golpes, la humillación y los maltratos. Que en sus corazones nazca la semilla del amor verdadero, del amor cariñoso y del respeto por las personas que les acompañan.
Y esos son mis deseos para estas Navidades y que se multipliquen en abundancia para todos nosotros. Creo que de esta manera realmente podremos decir que construiremos un mundo mejor el próximo Año Nuevo.
¡Que Dios los bendiga a todos y que ilumine sus corazones durante estas Fiestas y durante todo el Año Nuevo 2016!