Soy un corredor novato de bicicleta. Mejor dicho, estoy corriendo bicicleta desde hace unos tres meses ya, para perder un poco de ese peso que siempre sobra.
No corro mucho: una hora dos veces entre semana y los fines de semana, que tengo un poco más de tiempo, hago cinco horas entre sábado y domingo.
Hace algunos días, estando al final de una de mis salidas, ya cansado y deseoso de llegar a casa, tuve una experiencia muy interesante, y quiero compartirla contigo.
Dos ciclistas me pasaron, con toda calma y sin esfuerzo aparente, por la izquierda. No solamente me pasaron, sino que se alejaron de mí a una buena velocidad. Por supuesto que mi espíritu de competencia se sintió herido e inmediatamente comencé a sentir la necesidad de no dejar aquella situación así.
Por unos momentos me debatí entre si exigirme a fondo para tratar de alcanzarlos o simplemente dejarlo estar. La reflexión que siguió me llamó mucho la atención.
¿De qué hablaremos en este post?
La diferencia entre deseos y metas hay que tenerla clara.
Por un lado tenía la opción de esforzarme un poco más, apretar el acelerador y tratar de sanar mi orgullo herido, alcanzando a los dos ciclistas que me habían superado. Eso suponía utilizar energías que ya no tenía, exponerme a una lesión innecesaria y finalmente no terminar mi sesión de ese día si me lesionaba.
Por el otro lado, tenía la opción de dejarlo estar. ¿Total? Yo no había salido a correr bicicleta para competir con nadie sino para hacer ejercicio, quemar calorías, ejercitar mis piernas y coger más resistencia aeróbica. Poco más. Mi meta no era competir con nadie, por más que en ese momento era el deseo de mi corazón.
Entonces recordé que a muchos negocios les ocurre lo mismo: Confunden lo que desean con las metas que se proponen.
Ten cuidado con lo que deseas, porque puedes recibirlo todo.
Aunque pareciera una historia poco creíble, hay muchos casos de empresas que se han ido a la bancarrota justo después de haber tenido sus períodos de crecimiento más intenso.
Recuerdo un comercial que ví hace muchos años de la empresa americana UPS en la que se veía a unos jóvenes empresarios que estaban muy contentos al poner a funcionar su plataforma de comercio electrónico.
Mientras se felicitaban mutuamente por lo agradable de la plataforma que habían puesto en marcha, tuvieron que detenerse a mirar, boquiabiertos, que estaba ocurriendo algo para lo que no estaban preparados: ¡Estaban entrando órdenes de manera contínua a través de su página web!
Las primeras órdenes les llenaron de satisfacción, pero a medida que las órdenes entraban y se acumulaban, comenzaron a mirarse mutuamente con incredulidad, porque no estaban preparados para satisfacer una demanda tan grande.
Una meta no necesariamente es lo que deseas, sino lo que puedes lograr.
En el caso del comercial de UPS (estoy tratando de conseguir el vínculo en Youtube para dejarlo acá), el deseo de los jóvenes empresarios era, obviamente, vender más. Para eso abrieron su plataforma de comercio electrónico.
Tal vez un poco de anticipación les habría permitido prepararse un poco más para ese momento, pero no lo tuvieron en cuenta. Y aunque el comercial no cuenta el final de la historia, pudiera haber ocurrido que la empresa, al no tener la capacidad de atender tantos pedidos, tal vez comenzara a incumplir las fechas de entrega, quedarse sin inventario, y muchas otras cosas. Tal vez no, ¿quién sabe?
Tus deseos pueden convertirse en una pesadilla.
Cuando se trate de tu empresa, no confundas lo que tu deseas, con aquello que puedes realmente lograr. Querer duplicar tus ventas es siempre una meta muy loable de plantearse, igual que abrir nuevas oficinas y expandirse. ¿Quién no quiere lograr algo como eso?
Sin embargo, no se trata solamente de que quieras lograrlo, sino que estés realmente preparado para todo lo que significa alcanzar tus metas y mantenerte después en ese nivel.
Si volvemos al caso de la bicicleta, tal vez pude haber aumentado el ritmo y alcanzar a los corredores que me habían superado, pero si me hubiera lesionado, ¿qué?¿Dejarías que tu empresa se fuera a la quiebra, solamente por querer lograr algo para lo cual no estás preparado aún?
De momento, yo sigo corriendo bicicleta con la misma meta: hacer ejercicios, bajar de peso, aumentar mi resistencia aeróbica. Cada vez que salgo a correr, hay algunos ciclistas a los que yo supero, y otros que me superan a mí. Sin embargo, mi meta la tengo clara y ya no sufro por mis deseos.
¿Puedes hacer lo mismo con tu empresa?
Crédito fotografía: Photo by paolo candelo en Unsplash
Artículo relacionado: El momento de crecer: Cuando no te sirve llevar muchos sombreros.
Excelente, comparación, algo mas de estos tópicos en mi bloghttp://marketeros-a-marketear.blogspot.com/
Gracias, Giovanni, por tu participación y felicidades por tu blog.
😉 Me ha gustado el paralelismo Joel….aunque…como te conozco virtualmente hace algún tiempo ya….sabía que tu inteligencia te haría no seguir a aquellos ciclistas.
Cada corredor tiene su estilo, sus características, su terreno, sus puntos fuertes y débiles….pero…ninguno de esos aspectos digamos, innatos, serían suficientes sin un entrenamiento metódico.
😉 La carretera, la soledad, el viento…son un buen medio para aprender a sufrir…pero también para conocerse y superarnos a nosotros mismos.
En otro de tus artículos, confío, en que nos hablarás de la camaradería en el mundo del ciclismo…y seguro que también puedes diseccionarlo y encontrar paralelismos aplicables a los negocios.
Gracias, Alberto. Fíjate que estuve a punto de hacerlo, pero como bien dices, "mi inteligencia" me hizo no cometer ese error.
Así como cada corredor tiene su estilo, cada empresa tiene el suyo y muchas veces el error que se comete es competir con la empresa equivocada, y eso es fatal.
Con respecto a la bici, la carretera, la soledad, el viento (cuando no lo traes de frente y duplica tu esfuerzo) son un excelente espacio para meditar, conocernos, y el hecho de poder ir avanzando poco a poco, mejorando nuestros tiempos y distancias poco a poco, es una lección tremenda para aplicar a los negocios.
Gracias por pasarte por aquí, Albertico. Cualquier cosa, sabes que estoy a la orden.
Un abrazo grande 😀
Joel, qué gran manera de presentarlo.
Tienes razón… La vida, con su gran cantidad de opciones, es como un gran Bufete donde puedes servirte lo que quieras. Que te lo sirvas no quiere decir que te guste. Y puedes servirte tanto que ya no puedas seguirlo comiendo y lo desperdicies.
Por ello aplico en mi vida diaria un antiguo refrán de mi abuela: Antes de servirte, revisa el tamaño de tu mordida 😉
Un abrazo desde el Mayab 🙂
Pues fíjate que estupenda comparación, Mauricio. Y lo completaría con "y no porque tengas la mordida grande, tienes que llenarte la boca hasta que no puedas ni masticar".
Un abrazo grande 😀